El artículo del pasado domingo mostraba lo que buscan las empresas al seleccionar candidato para un puesto de trabajo. La experiencia muestra que es el conjunto de ser, saber y hacer lo que define al trabajador y lo que la empresa desea encontrar en su perfil. El saber implica formarse (la aptitud) y el ser y hacer definen el conjunto de competencias que ponen sello al trabajo que se realiza (la actitud). Aptitud y actitud son importantes, pero cuando la formación es similar entre candidatos, el ser y hacer marcan la gran diferencia entre ambas. A continuación se analiza la actitud como parte implícita de tres momentos relevantes a tener en cuenta para que la entrevista de trabajo sea más exitosa para el candidato.

Antes de acudir a la entrevista debe de buscarse información de la empresa a la que se opta como su actividad, número de trabajadores, volumen de facturación, o evolución reciente. También de la persona que realizará la entrevista como el puesto que ocupa, su formación y trayectoria.

Previamente a la cita hay que repasar el curriculum vitae. Tanto los puntos fuertes como los débiles, competencias y habilidades. Reformular las correspondientes respuestas en positivo que justifiquen preguntas directas sobre largos periodos de inactividad o desempleo o la falta de formación. Hay que controlar todo lo relativo a la cita como la fecha, conocer el lugar, si existe aparcamiento o línea de transporte público cercano para poder calcular el tiempo estimado de llegada. Sobre todo hay que ser puntuales.

La vestimenta es importante. Hay que acudir vestido de forma adecuada al puesto en cuestión. Controlar el exceso de olores fuertes (agradables y desagradables) y de los complementos.

Los nervios suelen jugar en contra del candidato. Así que hay que intentar relajarse lo máximo posible inspirando y expirando lentamente minutos antes de la entrevista.

Apagar el teléfono móvil es uno de los puntos que no se tienen en cuenta y que puede marcar una diferencia. El objetivo es mostrar interés por el puesto y la empresa en cuestión. También favorece que el entrevistador no se despiste con aspectos no relativos con la trayectoria profesional.

Durante la entrevista debe de venderse la candidatura pero no hay que sobravalorarse. Esto se consigue poniendo la máxima atención a las preguntas formuladas por el entrevistador y contestar de forma acorde. No olvidar que hay que respetar el orden de entrevista. Es el seleccionador quien marca su ritmo. Un añadido de la actitud del candidato es mostrar interés por el puesto y la empresa. El objetivo es convertir las debilidades en potencialidades demostrando que el candidato es la persona adecuada para el puesto, mostrar interés, ser educado, dar buena impresión y facilitar la comunicación.

La valoración positiva del candidato viene marcada por las competencias y habilidades que posee relacionadas con el puesto. En general suele valorarse el ser responsable, dinámico, seguro de sí mismo, tener iniciativa, organización y planificación, flexibilidad, autonomía y saber trabajar en equipo.

Después de la entrevista de trabajo también hay tareas que realizar. Lo más importante es la autoevaluación. Repasar la misma valorando que se ha hecho bien y que aspectos pueden mejorarse. Apuntarlo es muy útil y sirve de referencia para el futuro. Si es oportuno, agradecer la entrevista de trabajo que se ha concedido con un correo electrónico. Estas tareas permitirán mejorar el resultado de la próxima entrevista, aprender de los errores y agradecer la oportunidad y el trato recibido.

Puede que a pesar de seguir al pie de la letra las recomendaciones presentadas no se consiga ser el candidato elegido. No implica que se haya hecho mal. La empresa siempre elegirá el candidato que más se ajuste al perfil solicitado y esto lleva implícito una filosofía de organización que puede no ajustarse a todos.