La península de Jandía, al sur de Fuerteventura, sería el mejor lugar de España para reintroducir la foca monje, por sus grandes espacios libres urbanizaciones y lugares aislados en los que podría volver a vivir este lobo marino, amenazado de extinción en todo el mundo.

Así lo considera el biólogo marino de la Fundación CBD-Habitat, Miguel Ángel Cedenilla, que el año pasado completó el "Diagnostico preliminar de las áreas protegidas para una posible reintroducción o vuelta natural de la foca monje a las costas españolas".

Este especialista, que trabaja desde el 2000 en el seguimiento de la colonia de focas monje de Cabo Blanco, en Mauritania, realizó un estudio de valoración en 38 áreas marinas protegidas de toda la costa ibérica mediterránea y de Fuerteventura y Lanzarote.

En una entrevista con Efe, Cedenilla explica que en ese estudio son Fuerteventura y Lanzarote "las que aportan los mejores lugares: cinco en la primera y dos Lanzarote".

El mejor valorado resultó ser Jandía seguido del archipiélago Chinijo (Lanzarote). Otros enclaves como las dunas de Corralejo o la zona de Betancuria (Fuerteventura) también cuentan con una destacada valoración, además de Baleares o Cabo de Gata (Almería).

En ese diagnóstico preliminar, Cedenilla valora condicionantes que podrían facilitar la reintroducción de estos lobos marinos, en peligro crítico de extinción, de los que apenas quedan en el mundo unos 500 ejemplares repartidos entre Hawai (Estados Unidos) y el Atlántico oriental mediterráneo.

A su juicio, Fuerteventura cuenta con grandes superficies libres de urbanización, espacios naturales aislados protegidos y, sobre todo, zonas en tierra tranquilas que "es una de las características más importantes y necesarias para que la foca estuviese en la isla".

Para llevar a cabo la investigación, se han valorado una serie de indicadores de tipo geomorfológicos, como longitud de playa, grado de aislamiento y protección e invasión de la costa.

Cedenilla considera viable la reintroducción de la foca monje en Fuerteventura, isla que ya tiene en marcha un programa de reintroducción de la tortuga boba (Caretta caretta) y en cuyas aguas llegaron a producirse avistamientos de lobos marinos hasta los años sesenta del siglo XX.

Sin embargo, cree que habría que hacer un diagnóstico más exhaustivo tomando en consideración más variables y, sobre todo, un proceso de participación pública con sectores implicados como el turístico y los pescadores, que "quizás sean los más reticentes a la foca monje".

Para intentar convencer al sector pesquero de que el animal no es un competidor, Cedenilla recomienda trabajar para explicarles que las focas "no son un problema para ellos, sino un bioindicador muy importante que les va a decir la calidad del medio marino".

"Si la foca no es capaz de sobrevivir, es que el mar está mal y eso repercute en el pescador", añade.

Además cree que el turismo, que en un principio podría resultar un inconveniente, podría terminar la foca monje siendo "un aliciente y las islas ganarían con ello".

Cedenilla participado estos días en la sexta reunión del grupo de trabajo del Plan de Acción para la Recuperación de la Foca Monje del Mediterráneo en el Atlántico Oriental, celebrada en Fuerteventura.

Junto a él, ha estado el director del proyecto de conservación de la foca monje en Cabo Blanco, dentro de la Fundación CBD-Habitat, Pablo Fernández de Larrinoa, quien recuerda que entre 1995 y 1998 hubo un proyecto Life para analizar la viabilidad de reintroducir la foca en Canarias con la población de Cabo Blanco.

Sin embargo, la colonia de unos 350 animales que tenía ese enclave de Mauritania "sufrió una mortandad masiva y, en dos meses, más de dos tercios desapareció, quedando reducida a 100 animales".

En esos momentos, "la prioridad se centró en salvar a la población de Cabo Blanco y el proyecto de reintroducción se frustró", añade.

Aunque reconoce que en estos momentos no se debaten medidas de reintroducción de estos animales en Canarias, el objetivo del plan de acción es unir a las poblaciones de Mauritania y Madeira a medio largo plazo a través de una red de zonas de especial conservación.

Canarias resulta de especial interés para la foca monje, pues "es el puente entre Madeira y Cabo Blanco y el objetivo es que exista una conexión genética entre ambas poblaciones", explica Fernández.

La Cueva de Lobos, en Pájara, el islote de Lobos o el archipiélago Chinijo son áreas de conservación para la foca monje a las que se unirán, posiblemente, los nuevos Lugares de Interés Comunitario (LIC) identificados por el Ministerio de Medio Ambiente en Canarias.