Pese a que el oído es el sentido más valorado por los españoles, no es el que tenemos más en cuenta a la hora de cuidarlo. El 50% de la población española no ha acudido nunca a una revisión auditiva. Los especialistas apuntan que la prevención es la clave a la hora de evitar que la pérdida auditiva vaya en aumento.

En España se calcula que un 8% de la población podría padecer algún tipo de trastorno auditivo, unas 3,7 millones de personas. Estas cifras colocan esta afección como la tercera más importante entre la población española, sólo tras la artrosis y la hipertensión.

Pese a estos datos, las revisiones auditivas no son una práctica muy extendida: la mitad de españoles aceptamos que nunca hemos acudido al especialista a examinar nuestra audición. A día de hoy, casi dos millones de españoles pueden sufrir una patología en los oídos, aproximadamente 1,8 millones, pero lo ignoran.

¿Por qué no nos hacemos revisiones auditivas, y en cambio sí acudimos al oftalmólogo u odontólogo a hacernos exámenes periódicos? Muchas personas que padecen problemas de audición asumen esta situación como algo propio de la edad o no acuden al especialista por vergüenza, con las consecuencias que puede tener para su calidad de vida, provocando aislamiento o incomunicación con su entorno.

La realización de controles periódicos y la visita al médico ante cualquier alteración en nuestros oídos es básica a la hora de afrontar un trastorno auditivo. Cuanto antes se detecte una posible pérdida de la audición, antes se podrá aplicar el tratamiento adecuado y evitar que vaya en aumento.

La prevención es la clave

Vivimos inmersos en un entorno muy agresivo hacia nuestros oídos. España es el segundo país más ruidoso del mundo, sólo superado por Japón, y se calcula que el 30% de las viviendas de nuestro país sufre contaminación acústica. Este ambiente hostil para los oídos está provocando que la presbiacusia -pérdida auditiva provocada por el envejecimiento afecte ya al 30% de los mayores de 55 años. Si la situación no mejora los jóvenes de hoy tendrán a los 40 años los mismos problemas de audición que sus abuelos.

Por todas estas razones, hay que estar muy atentos a cualquier señal que percibamos de una posible pérdida auditiva. Los síntomas más típicos son la dificultad para entender una conversación o si necesitamos que nos repitan las palabras con frecuencia, sobre todo cuando hay varias personas hablando a la vez o con ruido de fondo. Otros síntomas muy usuales son la necesidad de subir el volumen de la radio o la televisión, la dificultad para hablar por teléfono o para entender a los niños e incluso confundir unas palabras con otras.

La detección de los problemas auditivos es muy fácil y rápida. Basta con realizarse una audiometría, un sencillo control que se puede llevar a cabo en centros especializados, siempre a cargo de profesionales acreditados. Se trata de una prueba que examina, a través de la exposición a distintas frecuencias de sonido, dónde se sitúa nuestro umbral de percepción auditiva.

Una vez conocido el diagnóstico, las soluciones pueden ser muy diversas. Actualmente, gracias a los avances de la tecnología, existen soluciones auditivas personalizadas, en función del alcance de la pérdida de audición.

La prevención juega un papel básico en el cuidado de nuestra salud auditiva. Debemos proteger nuestros oídos de todo tipo de agresiones: no exponerlos a niveles de ruidos excesivamente altos, utilizar protecciones adecuadas tanto para el ruido como en caso de riesgo (agua, exceso de polvo o de partículas en el ambiente, etcétera) y evitar en general que nuestros hábitos perjudiquen nuestra capacidad auditiva.