Unas 250 personas acudieron en la jornada del sábado a la capilla del Hospital San Rafael de Madrid para asistir al funeral celebrado en memoria del religioso español Miguel García Viejo, fallecido el pasado jueves por el virus del ébola tras ser repatriado a España desde Sierra Leona.

La misa por el alma del religioso, que comenzó a las 11:00 de la mañana, fue oficiada por el obispo y hermano de la Orden San Juan de Dios, José Luis Redrado. La homilía fue ofrecida por el superior general de la Orden en Roma, Jesús Etayo, quien destacó la sencillez del misionero y su total entrega a los enfermos y a los más pobres.

En el funeral también estuvieron presentes el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, y el director general de cartera básica de Servicios del Sistema Nacional de Salud y Farmacia, Agustín Rivero, en representación del Gobierno de la Nación, que se hizo cargo de los gastos generados por la repatriación en un avión especial.

A parte del obispo de la orden, en el altar mayor de la capilla estaban presentes una veintena de religiosos de la Orden, que rodeaban la urna con las cenizas de García Viejo en el centro.

De manera simbólica, a los pies de la urna se habían colocado un fonendoscopio, un escapulario y un libro con los estatutos fundacionales de la orden.

Tras el funeral, los restos del religioso fueron trasladados al panteón que la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios tiene en el cementerio madrileño de San Isidro, donde reposarán junto a las cenizas del hermano Miguel Pajares, fallecido por las mismas causas el pasado 12 de agosto en Madrid.

El compromiso ante la "desbandada"

Además del grave problema de la falta de medios materiales y humanos para luchar contra el ébola, el problema es que numerosas personas encargadas de atender los centros sanitarios y hospitalarios en los países donde se extiende el ébola huyen de sus lugares de trabajo y los ciudadanos de cualquier edad no tienen quién los atienda. Ante esa realidad, muchos religiosos asumen que ellos deben permanecer junto a la población porque "si no lo hacemos nosotros, quién lo va a hacer". Entre otras cosas, los ciudadanos desconocen dónde está el origen de la enfermedad y las vías para evitarla.