La prolongación de los días de calor ya entrado el otoño, acompañadas por una excesiva humedad, pueden actuar como "estresores" físicos y psíquicos en las personas, especialmente en las más vulnerables, e incrementar los niveles de tensión y provocar una mayor irritabilidad y agresividad.

Aunque ya estamos en otoño, las temperaturas en muchos son más típicas del periodo estival, con registros que llegan a rozar los 35 grados, algo que no sucedía desde hacía 145 años.

El psicólogo clínico Ángel Pozo asegura que aunque no se suele acudir al médico por el hecho de que haga más calor, sí está demostrado que los cambios de temperatura estresan.

"Está constatado que cuando estamos en situación de ambiente tórrido se está más irritable, inquieto, se salta a la mínima y se está nervioso", dijo.