El sector funerario español ofrece una completa gama de ecofunerales y productos fúnebres que permiten "reintegrar a un ser querido en la biosfera sin ocasionar perjuicio al medio ambiente", ha asegurado a EFE Verde Tania Izunza, responsable de la empresa de urnas ecológicas Limbo.

Las "cremaciones verdes", se basan en el proceso natural de hidrólisis alcalina que se produce en un cuerpo al ser enterrado, una transformación que dura hasta veinticinco años y que la biocremación acelera hasta lograrlo en unas pocas horas, utilizando únicamente agua e hidróxido de potasio y evitando el CO2 de la combustión.

El problema es que "los vendedores olvidan explicar que las urnas para las cenizas -generalmente de plástico o metal- están pensadas para ser conservadas", de manera que su abandono en entornos naturales "equivale a tirar una botella de plástico", ha advertido.

La solución que propone la empresa alicantina Limbo es una vasija 100 % biodegradable, de sal, arena o tierra fértil mezclada con agua y aglutinantes vegetales, que puede disolverse en pocos minutos o en un mes, dependiendo de si se sumerge en agua o si se entierra.

Los difuntos más tradicionales también pueden acomodarse en féretros ecológicos como los que ofrece el servicio funerario Mémora, "fabricados con madera certificada, proveniente de zonas reforestadas, con barnices al agua, sin herrajes metálicos, y con tapizados interiores de algodón 100 %", según la empresa.

Según el dicho, tarde o temprano todos acabaremos en una caja pero, gracias a la empresa argentina Restbox, podrá ser desmontable y de cartón, capaz de evitar la contaminación de aguas freáticas y el gasto energético para su producción, ya que "un solo árbol puede equivaler a un ataúd o a un centenar de restbox".

Este producto puede ser especialmente útil en situaciones de emergencia, no sólo por su portabilidad sino también por su composición ya que permite incinerar al difunto sin tener que manipular el cuerpo.

"Los propios funerarios se quejaban de que el zinc que suele recubrir las sepulturas no puede arder, de manera que ellos tenían que tocar el cadáver", ha coincidido Inzunza, "y por eso el Ministerio de Sanidad ha establecido como protocolo para el ébola que la recogida de difuntos se haga exclusivamente con bolsas biodegradables que sustituyen los recubrimientos de metales", muy difíciles de tratar como residuos.

La mortaja "No" que comercializa esta empresa está "hecha de bioplástico y algodón sin cloro, en una mezcla que a partir de los 180 días se empieza a degradar por sí sola", ha explicado.

Si el fallecido, además de ecologista, es receloso ante los preparativos que puedan llevar a cabo sus seres queridos, tendrá ocasión de gestionar su propio funeral gracias a aseguradoras de decesos como Ergo.

Esta empresa permite escoger entre varios tanatorios gestionados de forma respetuosa con el medio ambiente, floristerías de cultivo ecológico o coches fúnebres eléctricos, entre otros servicios con certificación ecológica.