Titulares, estadísticas, monografías... Ha sido y es el tema por excelencia en oficinas gubernamentales, centros de salud, puertas de colegios, bares y parques. Somos conscientes de que el desempleo no es bueno, es dañino para la persona, familias, y sistema... pero pocos se han atrevido a definirlo fuera de los conceptos económicos a los que acostumbran telediarios y prensa. Pocos entendemos el desempleo en términos emocionales, precisamente porque pocos somos los que ven el trabajo como algo más que un medio de vida. Sí, lo primero es la comida, "poder echarnos el pan a la boca", pero ¿acaso la autorrealización, el desarrollo personal y profesional no son necesidades del individuo? En otra escala de prioridades lo son y cuando la persona no está bien, nada a su alrededor lo está.

Sin rodeos, el desempleo es el vacío. Se puede llamar trance, período de transición, inactividad laboral... pero no, para quién lo sufre es la nada, el vacío. Aunque parezca el fin del mundo, no lo es, porque el mundo sigue, la vida transcurre igual. No hay que buscar culpables (aunque los haya), ni consejos (aunque se necesiten) porque nadie puede ser más protagonista de tus reflexiones que uno mismo. Y aunque la experiencia de ese fin del mundo es intensa, solo es la rutina personal la que ha desaparecido.

Para cambiar el mañana es necesario un poco de optimismo pero también de realidad. Todo es cuestión de actitud. De ahí la importancia de crear tareas de búsqueda activa que se plasmen en una agenda de empleo: visitas a recursos, inscripciones en portales online, o la actualización del curriculum se suman a otras rutinas, diferentes pero ideales para esta nueva situación transitoria que es el desempleo.

Hay que convertir la frustración y los tiempos muertos en productividad para mejorar. Ahora toca invertir en uno mismo. Ser el empresario de nuestros sueños y anhelos para levantarse cada mañana apostando por la idea empresarial más brillante que tendremos nunca: nuestro futuro. Y es que cuando la persona está bien, todo a su alrededor mejora.

Poco a poco hay que llenar ese vacío de proyectos de futuro, de ideas, que con el paso de los días convertirán el vacío en ilusiones, fuerza, oportunidades, y ganas.