Durante su comparecencia pública esta semana en Compostela para anunciar una cuantiosa aportación del Gobierno que contribuirá a restaurar la catedral, el presidente Mariano Rajoy no ha hecho ni la más mínima alusión a sus orígenes compostelanos, pero sin duda durante el acto en el Pazo de Raxoi le ha venido a la cabeza algún recuerdo de su niñez.

Las torres de la basílica compostelana, hoy prácticamente irreconocibles por los andamios de 75 metros que las cubren, a buen seguro que han sido testigos de alguna que otra correría infantil del hoy jefe del Ejecutivo, nacido a escasos metros de la catedral que alberga los restos del Apóstol Santiago.

"Un compostelano de raíz", como lo definió el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo.

Rajoy ha estado en Santiago, una visita muy agradecida por parte del resto de responsables de las administraciones, y también de la Iglesia, pues ha comprometido 17 millones de euros para apoyar las obras de restauración y rehabilitación del templo.

Ha sido el presidente de la Xunta el que, al precederlo en el uso de la palabra, rememoró los orígenes de Mariano Rajoy y lo definió como "un gallego, un compostelano de raíz, pero también de hechos".

Feijóo afirmó que haber nacido cerca de la catedral de Santiago de Compostela ha dejado en el presidente del Gobierno "un sello" en su carácter.

Una personalidad perseverante y tenaz, defendió, la misma que le ha valido para, según afirmó el presidente de la Xunta, lograr la ayuda económica para la catedral o luchar para evitar el rescate de España por parte de la Unión Europea.

Y es que la maltrecha catedral compostelana en muchos puntos de su planta arquitectónica necesitaba una inyección económica importante como la que el compostelano Mariano Rajoy rubricó ayer con las administraciones autonómica y municipal, y también con el Arzobispado.

Serán 17 millones de euros de los Presupuestos del Estado para que, de aquí al año 2021, cuando se conmemorará el próximo Año Santo, la basílica luzca esplendorosa.

Una cura de urgencia para uno de los templos que mayor número de fieles acoge todos los años con la intención de que pueda situarse "en la elite de las más excelsas catedrales europeas", como dijo Feijóo.

Al contrario que el origen de la inclinación del Big Ben londinense es hasta ahora un misterio, en el caso de la basílica compostelana sus achaques tienen una procedencia muy evidente: las humedades provocadas por un clima extremadamente lluvioso y el hecho de que nunca se haya llevado a cabo en ella una intervención importante.

Las heridas se han hecho más patentes durante el último invierno debido a las intensísimas y persistentes lluvias en Galicia, lo que ha obligado a revisar el Plan Director de la catedral aprobado en 2010 para intervenir en aquellas zonas más castigadas.

La fachada principal de la catedral que da a la Plaza del Obradoiro es sin duda la cara más conocida del templo compostelano, esa que todos los peregrinos fotografían cuando alcanzan la meta del Camino.

Hoy esa parte de la catedral es prácticamente irreconocible por los andamios y telas protectoras que cubren las torres y también parte de la fachada principal.

Pero lo mismo ocurre en el interior, donde nada más traspasar el umbral del Obradoiro, las estructuras metálicas también ocultan prácticamente en su totalidad el Pórtico de la Gloria, una de las obras cumbre del románico europeo sometida desde hace ya muchos meses a un minucioso estudio para tratar de recuperar su aspecto original.

El caso es que la catedral de Santiago necesita una intervención integral como nunca se ha realizado y no parches puntuales, dado que su enorme tamaño, el paso de los años y las inclemencias típicas del invierno compostelano acaban dejando al descubierto sus heridas.