Brindis, regalos, luces, adornos..., pero también vajillas plásticas de usar y tirar, servilletas de papel, envoltorios para regalo y especies amenazadas como el musgo o el acebo: con un poco de buena voluntad, es posible celebrar unas fiestas "verdes" para el medio ambiente.

Por eso, cada año con motivo de esta celebración, las organizaciones ecologistas y de consumo responsable tratan de adelantar a la Navidad de los consumidores los buenos y "verdes" propósitos de Año Nuevo, a fin de disfrutar de unas fiestas más alejadas del modelo consumista, insostenible en lo ambiental, lo económico y lo social.

Para empezar, el clásico debate entre abeto natural o sintético debe zanjarse según el comprador, ya que un árbol de plástico, a pesar de estar fabricado con derivados del petróleo, puede ser preferible gracias a su durabilidad y posibilidad de reutilización en el caso de personas que no dispongan de las condiciones o el espacio suficiente para mantener un abeto real.

Si se opta por la planta es recomendable elegir un ejemplar con raíz para que pueda ser fácilmente reintegrado en la naturaleza así como localizar centros de recogida donde reciclarlo cuando acabe la temporada.

En el caso del árbol, las luces son un elemento decorativo y no de iluminación, por lo que no se requiere una gran potencia y, si además empleamos LEDs o limitamos el tiempo de uso con temporizadores automáticos, lograremos un significativo ahorro energético.

Para el Portal de Belén, es preferible comprar figuras confeccionadas con loza u otros materiales alternativos al plástico, así como eliminar musgos -varias especies están protegidas por la Ley del Patrimonio Natural y la Biodiversidad- y hojas de acebo -que figura como especie amenazada en algunas comunidades autónomas- de los adornos.

Estos elementos pueden sustituirse fácilmente por arena, piedras, corcho o serrín, de la misma manera que las tradicionales bolas de Navidad y otros adornos parecidos pueden fabricarse a mano con todo tipo de materiales reciclados, implicando así a toda la familia en el consumo sostenible.

Servilletas de papel y vajillas de plástico ahorran tiempo y esfuerzo en las comidas y cenas navideñas, pero suponen una producción extra de residuos que puede evitarse utilizando el servicio habitual y servilletas de tela que, una vez lavadas, sirven para otra ocasión.

La otra gran actividad social en estas fechas, además de las reuniones y banquetes familiares y sin tener en cuenta las celebraciones religiosas, son las jornadas de compras que dejan tras de sí un reguero de bolsas de plástico que podría evitarse si cada consumidor llevara su propia bolsa reutilizable.

El viaje al centro para las compras, por supuesto debe ser en transporte público y, mejor que a una gran superficie comercial, es acudir a pequeños negocios de comercio justo o tiendas de barrio que ofrecen productos de cercanía y por tanto menor huella ecológica.

En la compra, no debe dejarse engañar por el exceso de embalaje o decoración ya que, una vez abierto el regalo, su envoltorio es otro desperdicio en la basura doméstica.

Un paso más allá están las compras por internet, que no sólo evitan utilizar las bolsas para el transporte y los envoltorios excesivos, sino que además suponen un menor consumo energético tanto de transporte propio como de transporte del producto, ya que suele entregarse directamente desde fábrica.

Y atención porque, al abrir el paquete bajo el árbol de Navidad, a veces encontramos no sólo un regalo sino también una obligación: la compra continua y obligatoria de pilas para el funcionamiento de un aparato electrónico.

Además de un gasto extra, las pilas contaminan el suelo y el agua si no son debidamente tratadas, pues contienen metales pesados y químicos tóxicos; por ello una buena opción es adquirir junto al regalo un cargador y un paquete de pilas recargables.