Cien días después de superar la infección por ébola, la auxiliar de enfermería Teresa Romero pelea por recuperarse y volver a la normalidad, pero cada uno de sus pasos es noticia, desde sus asistencias a los juzgados y su decisión de donar plasma sanguíneo al extranjero a la entrega de su nuevo perro.

La primera europea en contraer el virus fuera de África, y la primera persona que lo venció en España, ganó la batalla al ébola el pasado 21 de octubre y recibió el alta hospitalaria el 5 de noviembre, tras un acto junto al equipo del hospital Carlos III de Madrid que la trató.

Pero cien días después de haber superado la infección, el episodio que hizo su nombre célebre sigue condicionando su vida diaria y la mantiene bajo el escrutinio de los medios de comunicación.

"Ella está centrada ahora en su recuperación", explica el marido de Romero, Javier Limón, sobre la vida de la auxiliar.

"Sigue de baja, está recuperándose y lo único en lo que piensa es en su salud, es lo único que le preocupa; su salud y la de los que están a su alrededor", añade Limón.

En su barrio de Alcorcón (Madrid), el trajín de medios de comunicación de los primeros días también ha desaparecido, como explica una dependienta de la gasolinera cercana a la casa de la pareja, que relata que el barrio "está tranquilo".

"Todo ha vuelto a la normalidad", corrobora la administradora de la finca donde vive Romero, que celebra que "afortunadamente" ya no se concentran en la zona periodistas.

Actualmente, Romero aguarda a que su plasma sanguíneo esté totalmente "limpio", según la expresión coloquial que transmite su abogado, para donarlo a otros países que luchan con la enfermedad.

También ha buscado un sustituto de Exkalibur, el perro sacrificado a raíz del contagio de la sanitaria, porque a finales de enero el alcalde de Alcorcón entregó a la pareja a Alma, un cachorro hembra American Stanford procedente del Centro Integral de Protección Animal (CIPA) de la localidad.

Pero sus días fuera del hospital Carlos III han tenido momentos duros, como el pasado 14 de enero, cuando reconoció, para alcanzar un pacto en un acto de conciliación en el juzgado, que no había advertido a la médico de Atención Primaria que la atendió -y posteriormente denunció- de su contacto con pacientes de ébola.

Una afirmación que llevó al Gobierno de la Comunidad a asegurar que el destituido consejero de Sanidad Javier Rodríguez, contra el que Romero interpuso una querella a la semana siguiente de salir del hospital por haber asegurado que había mentido, estaba en lo cierto.

Y que le granjeó numerosas críticas en las redes sociales hasta el punto de que su nombre fue tendencia en Twitter dos días seguidos.

Romero ha acudido dos veces a los tribunales a actos de conciliación -una por esa querella que puso contra el consejero, que sigue su curso, y otra por la que presentó contra ella la médico que la atendió en un centro de salud, retirada-, y tendrá que acudir a una tercera.

Será por la demanda que presentaron varias peluqueras de Alcorcón que la atendieron días antes de confirmarse su positivo y quieren una compensación por el tiempo que debieron cerrar el establecimiento.

La auxiliar de enfermería ha afrontado otros malos tragos, como cuando a finales de noviembre el pueblo de Lugo donde se refugió junto a su madre tras obtener el alta hospitalaria, Becerreá, no la proclamó Hija Adoptiva del municipio, como habían anunciado, porque las abstenciones de los ediles de PP y BNG no permitieron conseguir la mayoría necesaria.

Fuera del hospital, Romero ha conocido también que suspendió las oposiciones a auxiliar de enfermería a las que se presentó el 27 de septiembre, dos días después de recoger la habitación donde murió el misionero García Viejo a causa del ébola.