Hoy se han escrito los últimos renglones de la historia de Adou, el "niño de la maleta", que un mes después de su llegada a Ceuta se ha fundido en un abrazo con su madre, tras lo que han comenzado los trámites burocráticos para que ambos crucen el Estrecho juntos, por fin.

Lucie Ouattara, residente en Fuerteventura, no ha podido aguantar al ver a su hijo en las dependencias del Área de Menores. Rodeada de cámaras de televisión, la madre ha derramado lágrimas al abrazar a su pequeño, que aguardaba ansioso la llegada de su progenitora.

La espera se había hecho un poco larga para ambos durante una mañana en la que el foco mediático se ha centrado en los Juzgados de Ceuta y en el Área de Menores, situada muy cerca del edificio judicial.

La madre llegaba a los juzgados unos minutos antes de las once de la mañana acompañada por el letrado, Juan Isidro Fernández, sin percatarse de que su hijo estaba a tan solo unos doscientos metros de distancia haciendo bromas con los periodistas.

El pequeño, que entraba en el Área de Menores portando una maleta con sus pertenencias y un balón de fútbol, se mostraba como un niño alegre y ajeno a todo el foco mediático que había despertado su historia.

Mientras pasaban los minutos, Adou dejaba unas imágenes asomándose por la ventana del Área de Menores para bromear con los periodistas que aguardaban en la calle la llegada de su madre y el abogado. Era un niño feliz y se notaba. "Hoy está muy contento", ha dicho una trabajadora del Área de Menores.

La espera duró más de una hora hasta que su madre hizo acto de presencia. Pese a que se lo habían dicho, Lucie Ouattara no pudo contener las lágrimas antes de fundirse en un abrazo con su pequeño Adou. Era el momento más esperado.

Después, llegó la pura formalidad: firmar los documentos para que la madre volviera a asumir la tutela legal del menor, tras demostrar las pruebas de ADN que Lucie y Alí son sus progenitores. Era un trámite necesario.

"Hoy es un día muy feliz", afirmaba a los periodistas la jefa del Área de Menores, María Antonia Palomo, mientras en un despacho madre e hijo podían conversar a solas.

"Está muy emocionada", sólo pudo decir el abogado de la familia, Juan Isidro Fernández, quien agradecía el apoyo prestado por instituciones y medios de comunicación para la resolución final de esta situación.

Adou, que accedió a Ceuta escondido en una maleta el 7 de marzo pasado, ha dejado la ciudad de la mano de su madre. Hoy es un niño más feliz. El "niño de la maleta" ahora sólo espera que la felicidad sea completa con la libertad de su padre, Alí Ouattara, que entre rejas seguro que también ha sonreído al saber del feliz desenlace.

La inmigración irregular ha dejado hoy en Ceuta una imagen por fin agradable: el reencuentro de una madre y un hijo separados por la necesidad.