Víctimas de novatadas que realizan los veteranos en colegios mayores, residencias y universidades al comienzo del curso académico han denunciado que estas prácticas son consideradas como "algo normal", pero que "no son un juego, son peores que el acoso y nadie querría volver a vivirlo".

María (nombre ficticio) es una de las jóvenes que sufrió las novatadas y el acoso de los veteranos desde el primer momento que llegó a Madrid a estudiar la carrera y a lo largo de los dos meses que permaneció en su colegio mayor. "Nada más llegar me obligaron a ir a un botellón, me hicieron beber muchísimo y pasé varias horas inconsciente en mi habitación, y desde entonces dije que no iba a volver a hacer ninguna novatada, por mínima que fuera, y en ese momento empezaron las humillaciones", relató en declaraciones a Europa Press.

"Pasé los meses de septiembre y octubre medio a escondidas en el colegio para que no me vieran, no nos dejaban dormir porque aporreaban la puerta por las noches y no bajaba a comer ni a cenar para que no me obligaran a hacer nada", dice. Señala que "andaba huyendo y vivía con miedo".

María, a diferencia de muchos otros jóvenes con temor a las represalias, tuvo el valor de contárselo a sus padres, así como de denunciarlo ante la directora de su colegio mayor, de quien no recibió ningún tipo de apoyo o ayuda. "La directora no hizo nada, solamente me dijo que era algo normal, que ya quedaba menos para que se acabaran", lamentó. Aclara que "mucha gente cree que son juegos de iniciación, que es la mejor etapa, pero esto es acoso, es peor que el acoso, es estar subordinado a un veterano y nadie querría volver a vivirlo, nadie quiere que lo humillen".

El problema de las novatadas también ha llegado, en forma de petición, a Change.org mediante la denuncia de Manuel, un joven que se encuentra en pleno proceso judicial, tras denunciar a un grupo de veteranos de su colegio mayor que le propiciaron golpes en la cara llegando a fracturarle la mandíbula. "Me pegaron tanto que no me di cuenta ni de quien me pegó", manifestó, a la vez que matiza que el director estaba allí delante y "no hizo nada".

Con su petición, que se encuentra cerca de alcanzar las 50.000 firmas que son necesarias (https://www.change.org/p/ministerio-de-educaci%C3%B3n-protecci%C3%B3n-para-las-v%C3%ADctimas-de-novatadas-universitarias), quiere "proteger a las víctimas de novatadas y conseguir una figura real externa al colegio mayor de apoyo a los alumnos, que los directores sean competentes y, sobre todo, que la palabra del novato sea más valorada". Hace algunos años, el guionista y director de cine Pablo Aragüés también fue víctima de novatadas. Su historia la cuenta ahora en la película "Novatos", que se estrenará en noviembre, donde denuncia "el infierno" por el que le obligaron a pasar dos meses en un colegio mayor de Madrid.

"Cuando me pasó era la primera vez que me iba a vivir fuera de casa, a Madrid, y como cualquier chaval con 18 años que se va fuera de su ciudad y sobre todo a Madrid, va con la ilusión de ir a una ciudad grande y a conocer a gente nueva y otro ambiente, pero de repente te encuentras con el mundo de las novatadas de lleno", recordó. Comenta que "piensas que son bromas o una tontería pero desde luego no imaginaba que fuera a sufrir una humillación sistemática". Explicó que fue un "shock" encontrarse con la violencia física con la que lo recibieron en su primer año de universidad y no recibir ningún tipo apoyo por parte del director de su colegio mayor. "Nada más entrar me cogieron entre siete y me metieron en una sala y nos daban latigazos con el cable de teléfono de cabina", ha recordado.

Legislación necesaria

Pablo Aragües aclara que, tras la violencia física, llegaron "días y días de amenazas y violencia psicológica". "Los días que estuve allí fueron un infierno porque tomé la decisión de no hacer nada de lo que me pedían y enseguida me gané su enemistad y empezaron a ir a por mí", añadió. El tiempo que estuve en el colegio tuve que dormir con el armario detrás de la puerta de barricada porque tenían las llaves de todas las habitaciones, no tenía sentido vivir así, estar todos los días pendiente de que llegaran en algún momento, de que se pasaran toda la noche aporreando la puerta, intentado entrar, es muy duro y con el paso de los años lo recuerdas y te parece de ciencia ficción haber vivido eso, no tiene sentido". Asegura que las novatadas no pueden valorarse como una tradición y cree necesario legislar las novatadas para que sirva como "freno y principio para seguir avanzando" en su erradicación. Y cree negativo girar la cabeza para otro lado en este asunto.