El médico francés Nicolas Bonnemaison, convertido en un símbolo por los que piden la legalización de la eutanasia, vuelve a sentarse a partir de hoy en el banquillo de los acusados imputado por haber acelerado la muerte de siete pacientes en fase terminal.

Bonnemaison, que trabajaba en el servicio de urgencias del hospital de Bayona, en el País Vasco francés, fue absuelto en primera instancia, pero la Fiscalía recurrió el fallo, por lo que el caso volverá a ser tratado en el Tribunal de Apelación de Angers.

Como sucedió en primera instancia el año pasado, el juicio contra este médico atraerá a asociaciones que piden un cambio legal sobre el final de vida de los pacientes terminales.

Bonnemaison, que actualmente tiene 54 años, reconoció haber administrado a siete pacientes, entre 2010 y 2011, potentes sedativos que, potencialmente, podían provocar su muerte.

Lo hizo, según reconoció en primera instancia, no con la intención de envenenarlos, sino para suavizar su sufrimiento.

Se trataba en todos los casos de pacientes de edad avanzada y con enfermedades incurables.

Por eso, el caso Bonnemaison ha sido elegido por las asociaciones favorables a la eutanasia como simbólico de las lagunas que alberga la ley francesa, cuya posible reforma está siendo objeto de debate en el Parlamento.

Aunque la mayoría de familias de los pacientes afectados apoyan al médico, tres de ellas, como en primera instancia, decidieron seguir a la Fiscalía en el recurso y se han presentado como acusación particular.

Consideran que el doctor no les consultó a la hora de aplicar s sus familiares esos sedativos, algo a lo que está obligado por la ley francesa.

A lo largo de dos semanas de juicio, se espera que hasta 60 testigos acudan al tribunal, entre ellos los exministros de Sanidad Bernard Kouchner y Jean Leonetti, autor éste de la actual ley de fin de vida, que, como en primera instancia, volverán a defender al médico.

Si Bonnemaison es considerado culpable de "envenenamiento" puede ser condenado a cadena perpetua.

Además, el doctor mantiene en paralelo la petición de ser readmitido en el Colegio de Médicos, que le expulsó de por vida al considerar que no había seguido los protocolos.

El caso se reabre en Francia mientras la Justicia sigue estudiando el de Vincent Lambert, un tetrapléjico en estado vegetativo cuya esposa pide que se le deje morir mientras los padres apuestan por mantenerle en vida.

Tras haber agotado todas las instancias judiciales, incluido el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, el caso ha regresado a la Justicia francesa porque un cambio en el equipo médico que le trata ha planteado una nueva revisión del mismo.