Cuatro décadas han pasado desde la muerte del dictador Franco, el 20 de noviembre de 1975, y con ello devino la democracia que ha conseguido cambiar la visión y alumbrar una España más abierta, más igualitaria, más educada e infinitamente más moderna.

Aunque ahora os parezca imposible considerarlo, hace cuarenta años era inadmisible conseguir un divorcio, las mujeres no podían comprar un piso y necesitaban el refrendo del padre o del marido para cualquier gestión; además el concepto “dote” todavía se aplicaba en los matrimonios donde pactaban incluso que las mujeres dejaban de trabajar después de casarse. Desde entonces, más de 1,5 millones de parejas han disuelto sus matrimonios, y se ha iniciado el proceso de una España diversa. La familia, aquella formada por un hombre y una mujer unidos en matrimonio, ha pasado a convertirse en una familia plural.

Los anticonceptivos estaban prohibidos, y ni hablar del aborto, que era penado hasta con doce años de cárcel y las mujeres con un embarazo no deseado se veían obligadas a recurrir a arriesgadas intervenciones clandestinas o a viajar a los países que sí lo permitían, porque lo cierto es que la ilegalidad jamás frenó el aborto.

Asimismo, en aquella época los homosexuales y las lesbianas eran considerados peligrosos y perseguidos y muchos encarcelados por la ley de vagos y maleantes.

A pesar que aún nos queda mucho trecho que recorrer, España ha buscado volverse una sociedad mucho más laica y más social, lo cual ha influido a los patrones de convivencia, de relación y tolerancia, modificando las políticas para ese fin.

La misma sexualidad ha dado un vuelco en los últimos años, se ha dejado de lado un poco el tabú a las prácticas y en las búsquedas de nuestra satisfacción. Algo tan simple como comprar juguetes eróticos o aceites para masajes, antes era motivo de vergüenza y no se adquiría con facilidad, ahora incluso os podéis buscar opciones en tiendas online, como Diversual, que ofrece productos y entrega a domicilio.

Lo que tenemos que tomar en cuenta, es que no hay que bajar la guardia. La meta es seguir avanzando con las libertades personales, pero puede haber pasos atrás, y nuestros logros podrían peligrar. Los intentos de los más conservadores para dificultar el camino hacia las conquistas sociales aún no han cesado.