Los padres que no tienen tiempo para sus hijos o no saben poner límites, las familias desbordadas, la falta de comunicación y conocimiento de los problemas de los menores, el bajo nivel social y económico o los progenitores abusivos pueden provocar trastornos de conducta en los adolescentes.

En los últimos cinco años, ha aumentado el número de adolescentes con problemas de comportamiento por la crisis económica y los cambios sociales en la estructura familiar, junto al auge de valores como el individualismo o la necesidad de recompensa inmediata.

Así se desprende de un informe del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, a partir de una encuesta realizada a más de 1.300 pediatras, profesores, padres, psicólogos y otros profesionales de la salud mental de todo el territorio nacional para prevenir, detectar y proponer recomendaciones para estos problemas.

La mayoría de los profesionales (un 96%) ha detectado un aumento de los trastornos de conducta, que se han convertido en la primera causa de consulta en los servicios de salud mental para menores por su impacto en el entorno familiar y escolar.

La irritabilidad, la pérdida de amistades, el abuso de sustancias, la escasa capacidad de atención, el bajo rendimiento académico, la poca tolerancia a la frustración o la pérdida de valor ante la autoridad pueden indicar la aparición de estos problemas.

Déficit de atención y trastorno desafiante

Las dificultades de aprendizaje y el trastorno por déficit de atención (TDAH) son los problemas de comportamiento que han experimentado un mayor aumento, aunque también ha crecido el número de consultas por trastorno negativista desafiante (TND) y por trastorno disocial. El trastorno por déficit de atención, que genera un mayor número de visitas a los servicios de salud, se caracteriza por la dificultad para mantener la atención, la hiperactividad o el exceso de movimiento. Su incidencia está entre el 3 y el 7% de la población, con más frecuencia entre los chicos. Con una prevalencia entre el 1,5 y el 3,4 por ciento de la población, principalmente entre los varones, el trastorno disocial implica actitudes que atentan contra los derechos de los demás o las normas sociales, como el acoso, las amenazas, las peleas, el uso de armas o los robos. El trastorno negativista desafiante sigue un patrón de desobediencia y hostilidad hacia las figuras de autoridad. Afecta a entre un 3 y un 8%, siendo dos y tres veces más frecuente en varones.