Muchos de los pacientes que han superado un cáncer viven con el temor a una recaída, a que vuelva a aparecer, a volver a la quimio. El primero te coge por sorpresa; con el segundo el mazazo es mayor, pero si algo tienen claro quienes lo han padecido es que se puede seguir disfrutando de la vida.

Fue lo que le ocurrió a Teresa Clot en 1997, cuando llevaba ocho años colaborando como voluntaria en la Asociación Española contra el Cáncer. Fue de mama y consiguió superarlo.

Hasta 2007, tras diez años sin rastro de la enfermedad, un día, relata: "El médico me sentó y me dijo Verás Teresa...; entendí que volvía a haber algo y el impacto fue mayor". En el primero se quedó "en shock", pero todo ocurrió "muy rápido". La operaron en 24 horas y no le dio tiempo a pensar.

En el segundo, tras el mazazo, tuvo que remontar y lo hizo "con esperanza, con confianza real en la medicina". Tras superarlo también ha conseguido perder el miedo a una recaída y su mayor preocupación ahora es "vivir el día a día, ser buena persona".

"Me preocupan los refugiados, los niños ahogados... Hay tantas cosas peores, que me siento afortunada de poder seguir un tratamiento y ser atendida por expertos", dice Teresa, que ahora colabora en un hospital de Badajoz.

También para Arantxa de Lorenzo el segundo diagnóstico fue más duro: "El bajón fue mayor porque sabes lo que te espera y piensas que ''ya te has librado una vez pero a lo mejor la segunda no''". Pero salió.

En 2008, a los 36 años, le descubrieron un cáncer de mama. Se curó y se reincorporó a su trabajo como restauradora de obras de arte, pero año y medio después unas grietas en el pezón dieron de nuevo la voz de alarma. Era cáncer de pezón acompañado de otro tumor en la mama.

"Me dieron la incapacidad total", así que tuve que buscarme la vida y, con mi marido, que se quedó en el paro, montamos un gimnasio en Madrid -"Shape up"- para pacientes oncológicos", comenta.

Ahora está libre de la enfermedad, pero el miedo no se va: "Todos los días pienso en ella y sé que estaré así hasta que me muera, pero tienes que aprender a vivir con ello, porque si no, no vives".

María Alonso aún convive con el cáncer. Hace dos años y medio, cuando tenía 28, tuvo uno de mama que reapareció un año después junto a una metástasis hepática. Esta semana será operada del hígado, pero repite convencida una frase: "Hay vida durante el cáncer", porque según ella "no se trata de ver la enfermedad como un enemigo contra el que luchar, sino de aliarse con las circunstancias y vivir el día a día". Ese día a día ha cambiado desde el primer diagnóstico, "tu vida tan ajetreada se paraliza". Y más con el segundo, que "fue más difícil de encajar".

Le plantó cara con la ayuda de los suyos y ahora se siente una persona más sensitiva y piensa en el cáncer como en una enfermedad crónica. El objetivo es tener esperanza "y no verlo como una enfermedad grave de la que te vas a morir", asevera.