El Señor Difunto recorrió en la noche de ayer el tramo entre la Catedral y Santo Domingo, en la Procesión del Silencio, en el cierre de Viernes Santo de La Laguna. E igual que en los últimos años se convirtió en uno de los desfiles que congregó a más gente en la calle.

No sorprende si se tiene en cuenta que se trata de una expresión de fe, pero también de un espectáculo en el que no hace falta creer en nada para que transmita. Y si se tiene fervor, ya no digamos. Las calles apagadas, el silencio, todas las cofradías, el sonido de las cadenas de los hermanos del Lignum Crucis, los golpes de los regatones que portan los cofrades de la Misericordia, el tintineo de las campanillas de la urna de plata repujada del Cristo...