La radiofobia es una psicopatología "muy rara" en España que origina un miedo irracional a las radiaciones ionizantes y que se cura con una información "veraz, clara y autorizada", indica Enrique García Bernardo, jefe de psiquiatría del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid.

Hay radiación ionizante de origen natural (procedente del suelo, aire...) y la que es generada artificialmente por dispositivos médicos como los rayos x o por la energía atómica.

El centro hospitalario alberga la unidad de referencia nacional de patologías relacionadas con dichas radiaciones, donde se trata a personas con esta extraña fobia y obsesiones similares.

Al centro llegan entre dos y cuatro casos anuales -"como mucho"-, la mayoría de las veces personas que tienen contacto, aunque sea muy lejano, con alguna fuente ionizante.

No necesariamente se trata de pacientes que habiten en municipios con plantas nucleares o que estén próximos a estas instalaciones sino también personas que recelan de someterse a una radiografía de rayos X o a un TAC.

En este último caso, indica García Bernardo, ocurre que en el momento en que el médico explica al paciente la necesidad de practicarle la prueba, desaparece la desconfianza y la prevención.

Hay también psico-patologías menores: obsesiones con ideas de contaminación, que pueden tener una "mínima base, pero que están absolutamente amplificadas en la cabeza y que pueden generar problemas de tipo obsesivo y depresivo".

Por ejemplo, añade el jefe de psiquiatría del Gregorio Marañón, una persona con un familiar que trabaja en una nuclear imagina que la ropa del pariente está contaminada y es fuente de contagio, lo que le conduce a tomar "precauciones excesivas", lavándose a menudo, evitando el contacto con la ropa etc.

No existen estudios epidemiológicos de esta rara patología, cuyo objeto fóbico es "aleatorio", dado que se trata de un pensamiento irracional.

La vacuna más importante en todos estos casos es la información veraz, clara y autorizada. "Todo lo que sea dejar libre a la fantasía de la gente la interpretación de datos es un desastre".

Lo que más tranquiliza a la sociedad -insiste el jefe de psiquiatría- es la transmisión de una buena información, otra cosa es que el ciudadano "esté en condiciones de creer a quien la emite", por ejemplo tras el accidente de Fukushima se ha instalado la desconfianza hacia las autoridades japonesas (cuestionadas por su falta de independencia con el sector nuclear).

El psiquiatra participó recientemente en una jornada organizada por la patronal eléctrica (UNESA) y el Gregorio Marañón, dirigida a especialistas en medicina nuclear.