El especialista en enfermedades neurodegenerativas Jaume Kulisevsky ha explicado que "no es párkinson todo lo que tiembla, ni todo temblor es párkinson" y ha desmentido distintos mitos que existen en torno a los síntomas y la evolución de la enfermedad.

Con motivo del Día Mundial del Parkinson, que se celebra hoy 11 de abril, Kulisevsky, director del instituto de investigación del hospital de Sant Pau de Barcelona, ha explicado que "muchas de las creencias son parcialmente ciertas, pero otras, directamente, no corresponden a la realidad médica".

El párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa que tiene más incidencia en la población mundial después del alzhéimer: en concreto, afecta a 18.000 personas en Cataluña y a 150.000 en España.

Pese a que gran parte de la población asocia el párkinson con el temblor del cuerpo, Kulisevsky ha matizado que "hay muchos afectados que no tienen este síntoma y que nunca lo tendrán", un hecho que dificulta el diagnóstico, a la vez que otras personas "tienen el síntoma pero no sufren esta enfermedad, sino otra benigna llamada temblor esencial".

La mayoría de los casos se producen en la población de más de 65 años, pero no se puede afirmar que sea una enfermedad exclusiva de la gente mayor: el 15 % de los enfermos diagnosticados tiene entre 45 y 65 años, mientras que otro 15 % es menor de 45 años.

Aun así, "es cierto que la probabilidad de sufrir párkinson aumenta con la edad, sobre todo a partir de entre los 60 y 65 años" ha apuntado el investigador, que también es profesor de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catatunya (UOC).

Por otro lado, Kulisevsky ha revelado que, en contra de la creencia generalizada de que la genética no influye en el párkinson, "ya se han identificado al menos 18 genes con mutaciones causantes de la enfermedad, aunque causan una minoría de los casos" y, además, ha añadido que cuando la enfermedad aparece en gente joven se puede relacionar, con gran probabilidad, a causas genéticas.

Existe desconocimiento sobre la causa de la afección, pero "todo apunta a una combinación entre la predisposición genética y las causas ambientales, como el estilo de vida, la alimentación o la exposición a determinados tóxicos, entre otros".

Por el contrario, personas que sufren patologías parecidas al Parkinson, denominadas parkinsonismos, "pueden tener un riesgo mayor de sufrir un rápido deterioro físico porque no responden del mismo modo a los medicamentos", y ha recordado que "el párkinson es una enfermedad crónica, pero no mortal".

Kulisevsky ha confirmado que los afectados por párkinson pueden sufrir depresión, causada sobre todo por falta de dopamina, un neurotransmisor que interviene en el mantenimiento del ánimo, y, concretamente, "un 50 % de los afectados tiene una depresión asociada".

De hecho, en muchas ocasiones la enfermedad empieza con un trastorno del ánimo y es la propia depresión la que provoca lentitud motora y mental, aunque el tipo de depresión que se produce, denominada distimia, mejora considerablemente con los fármacos a diferencia de la que conlleva síntomas psicóticos.

Algunos de los factores que ayudan a combatir la depresión y los trastornos cognitivos, tanto en los afectados por párkinson como en el resto de población, son la actividad mental y el ejercicio físico, ya que retrasan la aparición de la enfermedad.