El gen de la obesidad está ahí, dentro de muchos de nosotros, haciendo que nos engorde cualquier cosa que comamos. Los expertos como Luis Morcillo, doctor en Endocrinología, lo llaman "el gen superahorrador", que es aquel que hace millones de años nos ayudaba a acumular calorías para cuando hiciera falta.

Hoy, esas calorías ya no hacen falta y las sociedades avanzadas y las canarias en particular se enfrentan "a una serie de plagas, que son la diabetes y la enfermedad cardiovascular", añade José María Ordovás, director del Laboratorio de Nutrición y Genética del USDA-Human Nutrition Research Center of Aging, en Boston (EEUU).

Ambos expertos participaron ayer en la segunda sesión del Foro Salud y Bienestar de Cajacanarias, que se celebró ayer.

"No se puede echar la culpa al genoma y tirar la toalla", asegura Ordovás a EL DÍA, para recordar que la obesidad (origen de muchas de estas "plagas" en forma de enfermedades) "es 50% genética y 50% ambiental".

El también profesor de Nutrición de la Universidad de Tufts apostilla que realizaron un estudio en España relacionando este gen de la obesidad con la población. "En aquellos sujetos que no tenían estudios avanzados y una economía menos boyante, ese gen se manifestaba claramente", explica. "Sin embargo, en universitarios con ese mismo gen no existía ese aumento de la obesidad, porque se cuidaban". Ahí se introduce una variable ampliamente demostrada que a menores estudios y niveles económicos, peor salud.

Esto también se ve en Estados Unidos, donde Ordovás desarrolla sus investigaciones. "Si vas a las zonas más pudientes de una ciudad no ves la obesidad, está concentrada en las zonas marginales", dice, para extender esta afirmación a casi cualquier país del mundo.

Otro factor que incide, según este experto, son "los ritmos y hábitos". Luis Morcillo añade que lo mejor para echarse a la boca son los productos "más naturales y menos elaborados" y no tener una ingesta de calorías excesiva.

Ordovás completa que también es importante "cuándo y cuánto dormimos". "Estamos achacando la epidemia de obesidad a que comemos más, a que nos movemos menos, pero otro factor asociado es que también vamos recortando de ese descanso que es necesario para nuestro organismo y nuestro cerebro", apostilla. De hecho, sostiene que dormir mal puede "desequilibrar" nuestro metabolismo y hacernos engordar.

En toda esta lucha contra el gen ahorrador o de la obesidad también juega un papel crucial la industria alimentaria y la oferta culinaria actual. "La industria alimentaria es un negocio. Cumple una función social que es alimentarnos, pero es un negocio. Eso significa que está dispuesta a adulterar colores, olores, sabores y empaquetado para vender más", opina Morcillo. "Es otro de los cambios que ha habido en la sociedad: el continuo machaqueo para que consumamos, consumamos", apostilla Ordovás.

La obesidad, además, no es solo una cuestión estética. Es la puerta de entrada a la diabetes tipo 2, entre otras enfermedades crónicas.

Esta, además de las complicaciones más conocidas, conlleva una afección "de los factores cognitivos", explica Ordoval, llegando a provocar incluso demencias.

Canarias, donde la gente no se "mueve"

Luis Morcillo recuerda algunos de los datos que hacen que Canarias esté en los primeros puestos del Estado. "Aproximadamente un 21% de la población tiene obesidad y un 32% sobrepeso. Eso significa que un 53% de la población tiene más peso del que le corresponde", afirma.

Los más pequeños no son ajenos al problema. "Se han sumado estrepitosamente. Yo diría que la obesidad en la infancia en Canarias ya supera el 18%", añade.

A estos datos hay que sumarle que "el sedentarismo en Canarias es el más alto de todo el Estado". "Algunas islas no es que sean sedentarias, es que parece que están quietas", asegura Morcillo.

En la parte de la ingesta de alimentos, el endocrino halla un claro desequilibrio entre lo que se quema y lo que se ingiere. "La ingesta canaria es desequilibrada e hipercalórica" y no por la papa, como piensan muchos canarios. "Es el acompañamiento que ha ido entrando en azúcares solubles. Ahora mismo en Canarias hay la mayor densidad de todo el Estado en dulcerías y panaderías. Todas venden dulces", argumenta.

De esta forma lo que cuando el experto era niño "se hacía en Navidad" se ha convertido en una oferta diaria que se vende y se consume. "El consumo de hidratos de carbono, fundamentalmente solubles, y de grasas, es inapropiado e impropio para la climatología de Canarias y para la actividad del canario", concluye.

José María Ordovás le completa diciendo que esas cantidades de comida y esa ingesta serían "más apropiadas para un leñador finlandés de hace 50 años, antes de las motosierras".

Lo que comemos hoy puede no solo acortarnos la vida sino hacer que nuestro envejecimiento sea de peor calidad. Los expertos animan a tomárselo en serio y cuidar la alimentación.