"Después de la caída del comunismo y de la Unión Soviética, el islam se ha convertido en una especie de sindicato de los desfavorecidos. Los damnificados de toda la tierra encuentran en él una forma de dar sentido a su vida oponiéndose a la hegemonía occidental". Bakary Sambe, fundador del Observatorio de los Radicalismos y Conflictos Religiosos de África y director del Instituto Timbuktu, expuso ayer en Casa África las raíces del yihadismo en el continente. El senegalés, uno de los mayores expertos en redes transnacionales en el Sahel, fue uno de los encargados de dar el toque africanista a las segundas jornadas de seguridad #Áfricaesnoticia. Su mensaje fue claro: la crisis y la pobreza favorecen la extensión de pensamientos extremistas, pero es necesaria una visión más amplia, que aglutine los ajustes a los que han estado sometidos los estados africanos y su efecto en la educación de la población, para entender el escenario actual. "El mundo occidental se equivoca si cree que solo hay una razón y una respuesta", advirtió.

Sambe participó en un encuentro junto al profesor congoleño Mbuyi Kabunda, el analista Haizam Amirah, el general Alfonso García-Vaquero Pradal, la ganadora del último premio de ensayo de Casa África, Jara Cuadrado Bolaños, el sociólogo autor del blog Guerras Posmodernas, Jesús Pérez Triana, el coronel Juan A. Mora Tebas, y la periodista Ana Teixidor. Tras la presentación de la secretaria general de Casa África, Arianne Hernández, y del delgado del Gobierno en Canarias, Enrique Hernández Bento, Sambe invitó a los asistentes a pensar en el efecto que tuvieron los ajustes promovidos por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en África durante las décadas de los 70 y 90. Esa presión hizo que la desigualdad creciera en favor de la consolidación de una cierta oligarquía y que muchos estados fueran incapaces de mantener las escuelas, lo que en la práctica supuso que no se controlara la orientación ideológica de los colegios. "Las redes yihadistas nos llevan 40 años de ventaja".

Para hacer frente a esta perversión del Corán, Sambe defendió la importancia de la diplomacia africana a la hora de dar voz a quienes están llamados a ser los protagonistas del islam moderado. Ellos son fundamentales en unos tiempos complicados, pero llenos de oportunidades, porque ahora Occidente tiene los mismos problemas que África y es más posible que ambos mundos se sienten a trabajar juntos.

El politólogo Mbuyi Kabunda, en la actualidad presidente del colectivo africanista español, defendió la tesis planteada por su colega. En la misma línea, reivindicó el intervencionismo militar como la última opción y pidió a los asistentes "evitar caer en la trampa de pensar que la mayor responsabilidad es de los gobiernos africanos". La historia, insistió, cuenta otra cosa.

Haizam Amirah partió de las diferencias entre islam e islamismo para hablar del papel de las instituciones europeas. Coincidió con Sambe en su visión del pasado, pero, además, fue bastante crítico con el presente. Europa no sólo lleva 40 años de retraso con respecto a las redes yihadistas, sino que tampoco está trabajando en la línea adecuada para transformar esta realidad. "Debemos aprender de lo que pasa donde hay regímenes autoritarios, pero también de las consecuencias de nuestras relaciones con esos regímenes", dijo. Habló de las petromonarquías, pero también de Libia, Siria y Egipto para poner en evidencia los efectos colaterales de la "realpolitik". "Más que el Daesh (Estado Islámico) de hoy me preocupan los Daesh del mañana", alertó. "El problema no es que controlen territorio físico, sino mental". En su opinión, los medios de comunicación están sobredimensionando la amenaza yihadista, al tiempo que muchos terroristas están usando la doctrina islamista sin tener conocimiento sobre ella. "¿Se está radicalizando el islam o se está islamizando el radicalismo?", se preguntó.

Sea cual sea la respuesta, lo que dejaron muy claro los expertos es que hay que tratar el problema de manera conjunta. Como dijo Sambe, "los europeos no pueden ser felices solos, es decir, tienen que dejar de exportar armas y expoliar países" y ser conscientes de que hoy todos vivimos en el mismo sitio: en la "comunidad internacional de los vulnerables".

El contexto y el concepto. La desinformación de la amplia mayoría de la sociedad tiene un efecto negativo en la respuesta que se exige a los gobernantes. A juicio de Haizam Amirah, del Instituto Elcano, el foco hay que ponerlo sobre el wahabismo, que es donde está el verdadero problema. "Lo que muchos ciudadanos consideran islam es wahabismo, pero en la sociedad no hay un debate sobre esto". Hasta que ese discurso no cambie, difícilmente se avanzará, apuntó.

Estas interpretaciones extremistas del islam están favoreciendo un proceso de reislamización de estas sociedades, como apuntó Kabunda. Esta situación se está produciendo en países como los africanos, libres hasta ahora de estas versiones rigoristas de la religión musulmana. Oriente Medio y el Magreb habían sido tradicionalmente los escenarios principales de estas corrientes. En África Subsahariana ha predominado, en cambio, la visión sufí del Islam, que propone -recordó el profesor congoleño- construir el futuro a partir del presente, y no del pasado, como hace el salafismo.

Una prueba de cómo se puede distorsionar una doctrina religiosa es que el término Yihad, que originalmente alude a un esfuerzo para acercarse a Dios, ha terminado por adquirir el significado de guerra santa.

¿Por qué se van a combatir?

Es difícil entender las raíces del yihadista, pero quizás más las razones que llevan a españoles o nacionales de otros países a radicalizarse. La periodista Anna Teixidor ha intentado ahondar en estas motivaciones y ha realizado una investigación -en forma de libro y emitida también en la televisión pública catalana- sobre estos combatientes. Teixidor se puso en contacto con 400 potenciales yihadistas a través de las redes sociales. Invirtió mucho tiempo para ganarse la confianza de algunos de estos simpatizantes para poder mantener encuentros con quienes aún no habían partido a Siria. Este trabajo, centrado principalmente en Cataluña, también la ha llevado a buscar respuestas en Ceuta y Francia.

Qué hacer con los que deciden volver

Se arrepienten, se les acaba el dinero, se sienten frustrados o son enviados a actuar en Occidente. Los combatientes de origen europeo que se han sumado a las filas de Estado Islámico y otros grupos terroristas terminan en muchos casos regresando a sus países. El coronel Juan A. Mora planteó los desafíos que plantea el control y la integración de los retornados. A la vertiente de la seguridad hay que añadir la de la reinserción de quienes han abjurado del extremismo. En este sentido, la periodista Anna Teixidor subrayó que hay países, como Dinamarca, que cuentan con planes sociales para quienes dan marcha atrás.

La yihad, una guerra posmoderna

La mayor parte de los conflictos que tienen lugar en África tiene poco que ver con la noción clásica de guerra. Ya no se trata de estados-nación enfrentándose unos a otros, sino de grupos que actúan al margen de los gobiernos y que en muchos casos se financian con actividades propias del crimen organizado. Por ello, destacó el sociólogo Jesús Pérez Triana, el léxico bélico tradicional ya no sirve y hay que introducir conceptos nuevos, como es el caso de guerras posmodernas.