El mes del Ramadán, una ocasión festiva y llena de espiritualidad para los musulmanes, se ha convertido para muchos habitantes de Gaza en sinónimo de privación y los que pueden llenar su mesa del Iftar al atardecer son auténticos privilegiados.

En los últimos días, el mercado de al-Zawya, en el corazón de la capital de la Franja, es un ir y venir de gente ávida de productos para festejar y agasajar a los suyos durante el mes sagrado, sin embargo, los comerciantes se quejan de que las ventas esta año no despegan.

Abdul Rahman Abu Shaban, de 63 años, asegura que la venta de frutas y otros productos típicos como dátiles o lácteos se ve afectada por el deterioro de la economía y los altos índices de desempleo y pobreza que asuelan este territorio en el que viven cerca de 2 millones de personas.

"Ni siquiera la campaña de ofertas ha ayudado a impulsar las ventas en los mercados", se lamenta este frutero al apuntar que "las estanterías de las tiendas están repletas de productos, pero el problema es que no hay dinero para comprar".

Estima que las compras de los productos más comunes para la fiesta no han superado el 40 por ciento y coincide con otros vendedores en que el comercio este año es flojo.

Los gazanos se sumaron la semana pasada al resto del mundo musulmán en la celebración de un mes sagrado en el que los creyentes se abstienen de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales desde que sale el sol hasta que se pone.

A diferencia de años anteriores, los mercados de Gaza, un enclave bloqueado por Israel desde hace cerca de una década y desde 2013 también por Egipto, están este año colmados, pero la gente no compra por los elevados precios.

Muchos palestinos se abstienen de comprar determinados productos, se decantan por otros más baratos o reducen la gama de su dieta en esta temporada, de forma que en lugar de varios tipos de queso en la mesa hay solo uno y la cantidad de dátiles y frutos secos es inferior a la de otros años.

Aziz Afifi, otro comerciante local, achaca al "bloqueo israelí" el empeoramiento de la situación "porque ha hecho aumentar el desempleo y consecuentemente la pobreza".

"Los mercados están llenos de productos, pero la gente no tiene con qué pagarlos", apunta.

El 26 junio de 2006, a raíz del secuestro de uno de sus soldados, Israel inició un bloqueo a Gaza que agudizó un año después cuando el grupo islamista Hamás expulsó por las armas al gobierno del moderado presidente Mahmud Abás, del movimiento rival Al-Fatah.

Desde entonces, sus residentes viven aislados del mundo, más aún desde que Egipto cerrara su frontera en 2013 a raíz de una serie de atentados en el Sinaí.

Tres conflictos bélicos con Israel desde 2008, que dejaron miles de muertos y heridos y una gran devastación en infraestructuras, vivienda y agricultura, han convertido al enclave palestino en una de las zonas más pobres del mundo.

De acuerdo a cifras de organismos internacionales, la pobreza en Gaza alcanza al 45 por ciento -una de las más altas del mundo- y más del 60 por ciento de los habitantes vive en situación de inseguridad alimentaria y cientos de miles dependen de la asistencia extranjera.

El Banco Mundial sitúa a la Franja en el tercer lugar de la región árabe en cuanto a cifras de pobreza, después de Sudán y Yemen.

Una pobreza que, según los expertos, será imposible de superar sin el levantamiento del bloqueo y una masiva asistencia internacional, que aparentemente no se producirá mientras los islamistas mantengan el control de Gaza.

Rawan Salman, una ama de casa de Gaza que acudió esta semana al mercado a comprar farolillos (cuestan hasta 2,3 euros la unidad) "para darles algo de alegría en estos días difíciles" a sus pequeños, comenta que ante semejantes precios se ve obligada "a buscar lo más barato incluso si la calidad es peor".

Con todo, los vendedores confían en que los escasos salarios que hay en Gaza, principalmente los de los funcionarios del Gobierno, el principal empleador, ayuden a un repunte de las ventas hacia finales de mes sagrado, cuando los musulmanes celebran la fiesta de Eid El Fiter.