Más del 90 % de las personas con esquizofrenia tienen como principal preocupación las relaciones afectivas, una necesidad inherente a la sociedad en general, pero que en su caso se convierte a veces en un escollo al tener serias dificultades para mantener amistades estables.

Esta es la conclusión más destacada del estudio "Proyecto Voz-Necesidades de las personas con esquizofrenia/psicosis y sus cuidadores", en el que se analizan las necesidades y dificultades de estas personas y sus familiares.

Para el informe, elaborado por la Confederación Salud Mental España, la Asociación Madrileña de Amigos y Familiares de Personas con Esquizofrenia (Amafe) y el Centro de Investigación en Red de Salud Mental (Cibersam), se han entrevistado en España a 5.205 personas con esquizofrenia y sus allegados. Por ello, se considera a esta muestra la más grande realizada en Europa de estas características.

Las necesidades afectivas son la principal preocupación de estas personas, y de forma paralela el sentirse aceptados. Más de un tercio no se siente así en el momento en que se manifiesta la patología por primera vez, y el que se sientan excluidos "es una carga añadida de la que la sociedad no debe estar orgulloso". Así lo ha asegurado el jefe de Psiquiatría del Niño y del Adolescente del Hospital Gregorio Marañón y director científico de Cibersam, Celso Arango.

Las mujeres presentan un grado mayor de aceptación y comprensión por su entorno cuando aparece la enfermedad (un 68 % frente a un 65 %) y, por edades, los pacientes de entre 28 y 25 y de 36 a 45 son los que lo admiten en menor medida.

A un 80 % de los afectados también les preocupa sentirse bien físicamente, porque además las personas con esquizofrenia tienen una percepción de la salud subjetiva, notablemente inferior a la de la población en general.

Según la Encuesta Nacional de Salud, del Instituto Nacional de Estadística (INE), la media de satisfacción sobre la salud en la población es del 4 (3,97) en una escala del 1 al 5, mientras que el estudio Voz refleja que quienes padecen este transtorno presentan una media de 3,2.

A mayor edad, peor es la valoración del estado de salud: sólo el 5,87 % de los mayores de 65 años lo consideran como "muy bueno" su estado, mientras que en el caso de los menores de 18, éste fue del 20 %.

Por comunidades autónomas existen diferencias en la salud subjetiva: Extremadura (4,64) y Baleares (4,2) las que obtienen una mejor puntuación frente a Valencia (3,61) y Castilla La Mancha (3,35), con los peores resultados.

Pero la enfermedad supone un importante desgaste también para el entorno más cercano (cuidadores o familiares), que presenta una percepción de la salud del 3,3, según ha remarcado Benedicto Crespo-Facorro, catedrático de psiquiatría de la Universidad de Cantabria.

Y es que el cuidado de una persona con esta patología supone de seis a nueve horas diarias. María Isabel, la madre de una mujer de 40 años, a quien le diagnosticaron esquizofrenia hace quince, lo sabe bien y, por ello, ahondaba hoy en la importancia de la que la sociedad conozca cuales son las conductas de estas personas para identificar cuanto antes el transtorno.

El diagnóstico temprano es clave para la evolución de esta patología, según el catedrático, porque "si se actúa en la primera fase estamos augurando un buen pronóstico", pero además supone un ahorro en el futuro para los servicios sanitarios.

El estudio también refleja la necesidad de los afectados de sentirse autónomos porque el 45 % siente que no tiene libertad suficiente para tomar decisiones.

Nel González, presidente de la Confederación Salud Mental, cree que hay que atacar esa falta de autonomía, potenciándola, y fomentar que la persona, en la medida de lo posible, sea capaz de hacer las cosas por sí misma y con la comprensión y compañía de los especialistas. "Sin proteccionismos", ha añadido.

"En la esquizofrenia, las cosas están cambiando a nivel social y de tratamiento, poco a poco, pero van cambiando", según el catedrático, quien considera que los avances de los últimos veinte años en farmacología han permitido frenar los efectos secundarios de los medicamentos.