Los partidarios de la decisión de Cataluña de no permitir corridas de toros defienden que Canarias hizo lo mismo hace 25 años sin que nadie lo impugnara, pero la realidad es que en las islas no están expresamente prohibidos los toros y, si lo estaban de forma implícita, pueden dejar de estarlo.

El fallo adelantado el jueves por el Tribunal Constitucional contra la ley del Parlamento de Cataluña que prohibió en 2010 los espectáculos taurinos en su territorio ha llevado a muchos a preguntarse por qué no se hizo lo mismo con la ley de 1991 de Canarias, donde hace décadas ya que no se celebran encierros ni corridas de toros.

Sin embargo, hay diferencias entre ambas. La Ley 8/1991 de Protección de los Animales del Parlamento de Canarias no menciona expresamente la tauromaquia ni los espectáculos con reses bravas, sino que prohibe "la utilización de animales en peleas, fiestas, espectáculos y otras actividades que conlleven maltrato, crueldad y sufrimiento. Se ha entendido siempre que esa ley prohibía las corridas de toros en Canarias, donde este tipo de espectáculos habían dejado de celebrarse mucho antes, debido a una mezcla de varios factores, como la escasez de aficionados y el alto coste del traslado de los astados a las islas desde la Península.