Cuando la joven inglesa Anne Perry se casó en 1970 con Vicente y se convirtió en Anna Ferrer, la India era un país mucho más pobre y más alejado del progreso occidental que hoy. La marginación de la mujer era tan brutal que no se les permitía ir al médico cuando estaban embarazadas y ni siquiera ella, que venía a ofrecer ayuda humanitaria, tenía derecho a hablarles: solo podía dirigirse a los hombres de su familia. Han pasado cerca de 50 años. El país ha avanzado, pero "a un ritmo muy lento". Hace unos meses, Anna Ferrer -que desde 2009, cuando murió su marido, preside la fundación a la que él dio nombre- escuchó por primera vez a una chica hablar en público de la necesidad de que exista igualdad entre hombres y mujeres. Lo hizo mientras miraba fijamente a un grupo de hombres. En ese momento Anna fue más consciente de la transformación de la mujer durante estos años.

A Anna Ferrer se le ilumina la cara cada vez que cuenta una historia o "una anécdota" de todas las que ha vivido durante estos años. La fundación está de aniversario: cumple veinte años en España y acaba de iniciar en Canarias una gira que la llevará por todo el país. En cada ciudad se reunirá con los miles de socios incondicionales que tiene la organización (más de 4.000 solo en el Archipiélago).

Tiene la piel clara y los ojos azules, pero no se siente británica. Se fue a la India sin cumplir la mayoría de edad, se formó como periodista, conoció a Vicente haciéndole una entrevista y se quedó para siempre. Tuvo tres hijos en Anantapur, al sureste del país, donde se encuentra la fundación, cuando los hospitales y las escuelas prácticamente no existían. Está orgullosa de que sus tres hijos se hayan criado en la zona y conozcan perfectamente qué es la pobreza y sus causas. "Es una de las mejores decisiones que tomé: mis hijos son personas con gran sensibilidad y compasión", dice con orgullo. Uno de ellos trabaja en la fundación y será artífice del "relevo generacional".

La edad no la ha hecho caer en la desesperanza. A sus 70 años sigue convencida, como su esposo, de que la erradicación de la pobreza no solo es posible, sino que no tiene por qué lograrse a costa de un crecimiento desorbitado de la desigualdad. No es una utopía. Ya ocurre. Miles de personas disfrutan hoy en Anantapur de "una vida digna", que para ella es el mayor logro de la organización. "Es posible romper las barreras de discriminación de los sistemas de castas si trabajas en los pueblos, a nivel de la tierra, porque hay que compartir con ellos las posibilidades de las soluciones".

El cambio se siente en la mentalidad de las personas que han crecido al calor de la fundación. "Puedo hablar de todo lo que hemos hecho, de las escuelas, las casas o los hospitales que hemos construido, pero siempre digo que lo que realmente hemos logrado es que hoy esas personas se sientan iguales, porque eso es lo que permite el desarrollo en cualquier sociedad". Cuando la fundación se puso en marcha, las familias de castas bajas pensaban que no tenían derecho a la educación. Ya no ocurre. Siete de cada diez chicos terminan la Secundaria y muchos van incluso a la Universidad. "Hace 47 años vivían en un mundo muy oscuro: habían perdido toda esperanza de tener una vida distinta a la de sus padres o sus abuelos".

La India será en 2020 el país más poblado del planeta. En 2050 tendrá la mayor cantidad de jóvenes y la mayor comunidad musulmana. Los retos no solo no se acaban, sino que se multiplican. Solo en la zona que opera la ONG "hay tantos niños con VIH como en toda España" y uno de los hospitales de la organización es el único autorizado en todo el país para dar antirretrovirales de segunda generación.

"La India tiene ya 1.200 millones de habitantes, hay que progresar más rápido". El Gobierno debe conseguir que los programas públicos "lleguen a cada rincón" y que "todas las leyes a favor de las mujeres y de la casta baja se pongan en práctica". "Si no hace un gran esfuerzo e impulsa muchas campañas de concienciación, la situación tardará muchos años en evolucionar. La realidad no se cambia solo aprobando leyes. Eso sirve, claro que sí, por ejemplo cuando violan a una mujer, pero hay que hacer más por la educación".

Mujeres que "hace 50 años no podían abrir la boca hoy disponen de cuentas corrientes en los bancos y de propiedades a su nombre". Se reúnen en grupo, se cuentan sus problemas, se forman, sus hijos van a la escuela. "Me he acostumbrado a que hablen de su progreso, pero ver en un acto público a una mujer subrayando la importancia de que exista igualdad entre hombres y mujeres, como ocurrió hace poco, fue una gran sorpresa para mí". Aún existen "muchas indias", pero Ferrer sabe que solo cambiarán poco a poco y con las manos de muchos.

Anna Ferrer

presidenta fundación vicente ferrer

47 años devolviendo la dignidad

La Fundación Vicente Ferrer (FVF) es una ONG de desarrollo comprometida con la transformación de una de las zonas más pobres de la India en los estados de Andhra Pradesh y Telangana. Vicente y Anna Ferrer crearon esta organización en 1969. La organización trabaja con las comunidades empobrecidas y vulnerables en las zonas rurales. Vicente Ferrer y Anna fundaron Rural Development Trust (RDT) en la región de Anantapur con el fin de dar soluciones a los graves problemas a los que se enfrentaban las familias de la comunidad rural. Hoy, 3.075.591 personas se benefician del proyecto de desarrollo integral y 2.247 son atendidas diariamente en los tres hospitales que se han puesto en marcha. La fundación cuenta con un total de 2.221 trabajadores (99% personal local).

Canarias, una de las comunidades "pioneras"

Canarias, junto a Cataluña, fue una de las comunidades que más apoyaron a la fundación en sus inicios. La crisis no ha desincentivado a los socios, que ya suman 4.174 (1.712 en la provincia occidental). En toda España hay unos 130.000. "En la India son muy conscientes de que Vicente Ferrer era de España y que España lleva 20 años ayudándoles".