En Madrid empieza y acaba la restricción del tráfico por alta contaminación atmosférica, al menos por ahora. Aunque la mayoría de las principales ciudades españolas cuentan con protocolos o con programas preventivos, ninguna se plantea adoptar una medida similar porque no alcanzan el nivel de polución de la capital.

Restringir el tráfico a los coches con matrícula acabada en número par, como ocurrió el pasado jueves en Madrid, es un acto sin precedentes y parece que sin secuelas a corto plazo, salvo que lo vuelva a hacer el Ayuntamiento de Madrid, el más expuesto a este tipo de decisiones por los altos índices de contaminación que padece la ciudad.

Barcelona y Oviedo son las únicas capitales españolas que hasta el jueves pasado habían recurrido a medidas similares: la primera, en diciembre de 2015, limitó la velocidad a 90 km/h en las vías rápidas del área metropolitana; y la segunda, también en diciembre de ese año, cerró al tráfico el acceso y salida de la A-66.

La Ley 34/2007 de Calidad del Aire y Protección atmosférica regula las actuaciones de las administraciones para atajar el incremento de la polución en el aire, y la conclusión es que competencias para establecer planes y protocolos tienen todas: la general, las autonómicas y las locales.

La misma norma apela a la "información mutua", a la cooperación y a la "asistencia debida" entre administraciones para que estos planes salgan bien, sobre todo si el aumento de la contaminación afecta a más de una comunidad.

Más adelante, reserva a los entes locales la potestad de establecer sus propios protocolos, pero dentro de los límites de los planes autonómicos.

Hay que viajar hasta el artículo 16.4 para encontrar algo de luz en este popurrí competencial: "Las entidades locales, con el objetivo de alcanzar los objetivos de la ley, podrán adoptar medidas de restricción total o parcial del tráfico, incluyendo restricciones a vehículos más contaminantes, a ciertas matrículas, a ciertas horas o a ciertas zonas". El umbral que distingue un aire respirable de un aire soportable con mascarilla lo marca la Organización Mundial de la Salud: son 200 microgramos por metro cúbico de dióxido de nitrógeno (NO2).

Por si la contaminación sobrevolara niveles de alerta, ayuntamientos como el de Zaragoza, disponen de un plan de medidas preventivas que se basa en avisar a los ciudadanos que dejen el coche en casa y empleen el tranvía.

Aunque hay trabajo hecho, todo apunta a que tendrá que hacerse más. El Defensor del Pueblo ha pedido información a 14 municipios españoles y organizaciones ecologistas consideran que queda mucho camino. Quizá dentro de poco sea común dejar en el garaje el coche por la simple razón de que su matrícula acaba en número par.