La probabilidad de que un asteroide de gran tamaño impacte sobre la Tierra y provoque consecuencias devastadoras es estadísticamente pequeña, pero no es ciencia ficción, sino un peligro real que los científicos intentan evitar de la única manera posible: buscando el punto débil de estas rocas espaciales.

Un equipo internacional de científicos, dirigido por investigadores del Instituto de Ciencias del Espacio (IEEC), publicó ayer un estudio en el que explica que la dureza, la elasticidad y la resistencia de un asteroide son aspectos "determinantes" que hay que estudiar antes de poner en marcha una misión y lanzar un proyectil cinético (no explosivo ni nuclear) para desviar la órbita de un asteroide peligroso.

Hay más de 15.500 objetos que cruzan la órbita terrestre, de ellos, unos 1.500 están calificados de "potencialmente peligrosos" y tienen un diámetro de entre 100 y 150 metros, detalló ayer el investigador del CSIC en el IEEC y coautor del trabajo, Josep María Trillo. La investigación, publicada en "The Astrophysical Journal", basa sus conclusiones en el estudio del meteorito Cheliábinsk, de unos 18 metros de diámetro y unas 11.000 toneladas que explotó sobre Rusia el 15 de febrero de 2013.