Un tesoro fósil de una época en que las esponjas dominaron el mundo tras la gran extinción del final del Ordovícico, hace 445 millones de años, ha sido descubierto en un bosque de bambú de China.

Las muestras fósiles, repartidas en una estrecha banda de barro expuesto en varios sitios separados hasta 10 kilómetros, revela una fauna extraordinariamente diversa, con casi 100 especies encontradas en la primera fase de recolección. La sorpresa, sin embargo, es que esta diversidad está casi enteramente compuesta de esponjas.

El Anji Biota --como lo han denominado sus descubridores del Nanjing Institute of Geology and Palaeontology y el Museo Nacional de Gales-- registra una asombrosa gama de esponjas en muchos grupos importantes, con una diversidad total que supera la de las faunas modernas equivalentes.

La mayoría de los ecosistemas de supervivencia posteriores a aquella extinción se componen de especies pequeñas, atrofiadas, que lograron prosperar y se encuentran en todas partes. En la fauna de esponjas de Anji, los ejemplares son grandes y complejos, y aunque algunas especies formaron bosques en el fondo del mar, muchas otros eran muy escasos o extremadamente localizados. No parece una fauna de supervivencia en absoluto; estos animales sencillos estaban floreciendo.

Sin embargo, las esponjas no eran los únicos animales en el fondo marino. Junto con miles de esponjas, también se recuperaron unos nautiloides cónicos y un solo escorpión fosilizado con patas. Los escorpiones marinos eran un grupo muy raro en el Ordovícico, y los ejemplares bien conservados están casi totalmente limitados a estos sitios de preservación excepcional.

¿Por qué este mundo de post-extinción estaba tan completamente dominado por las esponjas? Como explica el autor Joe Botting, "creemos que las esponjas prosperaron porque pueden tolerar cambios en la temperatura y bajos niveles de oxígeno, mientras que su fuente de alimento (partículas orgánicas en el agua) se habría incrementado enormemente por la muerte y destrucción a su alrededor".

Las esponjas se conocen hoy en día como ingenieros de ecosistemas, fomentando la biodiversidad mediante la estabilización de sedimentos y la provisión de hábitats. En el caso de la crisis del fin del Ordovícico, tal abundancia de esponjas en áreas extensas podría haber ayudado al ecosistema a recuperarse.

El estudio se publica en Current Biology.