La talla de Jesús de Medinaceli despierta año tras año en Madrid el primer viernes de marzo la devoción y tradición de cientos de feligreses que hacen cola desde varias semanas antes para poder ser los primeros en besar sus pies y que, con su acto fe, confían en ver cumplidas sus peticiones.

Y, como cada año, la calle de Jesús, casi en la embocadura de la Plaza de Neptuno, ya se asienta una hilera de carteles de cartón que anuncian el sitio correspondiente de las familias: "Gema y familia", "Isidra 38 personas. No tocar", o bien "María y Juani. 1.079-1.085 (6 personas)".

Una feligresa se mantiene el primer puesto, con cien más para sus familiares, con una silla de playa de tonos azulados y, según algunos de la fila, ocupó el primer lugar desde el inicio del mes de febrero. Los siguientes en la fila son un grupo de amigos formado gracias a "la tradición y la vocación" de los años y sobrellevan la larga espera en un chiringuito con un toldo improvisado y sillas. Los integrantes de este grupo aseguran a Efe que llevan desde el 15 de febrero "al pie del cañón" haciendo cola y van siendo relevados temporalmente por familiares para que puedan tomar un café o acudir a sus casas a asearse.

Uno de los feligreses que se encuentra entre los primeros de la cola, Eduardo Rodríguez, explica que guardan el sitio porque le dan "importancia a su devoción", no como las personas que "dejan las sillas y se van a Benidorm".

A Jesús de Medinaceli se le puede besar un pie todos los viernes. Lo especial de los primeros viernes de marzo es que la imagen se baja de su camarín sobre el altar y, al ras del suelo, los feligreses pueden besar sus pies. Se trata de una imagen del siglo XVII.