Hay momentos en los que las personas no tienen ánimo para compartir con los demás aquello que les preocupa o hace daño. Los que tengan perro conocerán la sensación de estar con él y, sin tener que decirle nada, sepa que ocurre algo y ofrezca su compañía y cariño. Y, en ese momento, la confianza y la tranquilidad que transmite lo curan todo.

Los beneficios que supone el apoyo de un perro los conocen muy bien en el Equipo Terapéutico Canino de Globalterapia, que es uno de los departamentos de la asociación. En él trabajan "la terapia, la educación y las intervenciones asistidas con perros", explica el director del equipo, José Luis Molina Marqués. También realizan cursos de adiestramiento de obediencia básica para mascotas, y cursos más especializados "dirigidos al tema terapéutico".

El equipo ofrece las terapias asistidas a personas con discapacidad física, con discapacidad intelectual, con enfermedades mentales y a personas mayores, "en colegios y en hospitales de residencias de tercera edad". Por ello, los animales deben tener "unas medidas higiénicas muy específicas y tienen que ser perros certificados". En función de los objetivos que se planteen para cada usuario, se realizarán unas actividades u otras en las sesiones. Llevan a cabo en torno a cien intervenciones cada semana, de lunes a viernes. Cada día hacen una evaluación por usuario, y al final de la temporada pueden comprobar si ha habido beneficios o no".

El éxito de este trabajo se debe a que "los animales les dan seguridad y confianza". José Luis explica que si un niño no sabe hablar, por ejemplo, y quiere que el perro pase por los aros, le explica que debe decir la palabra "aro". Y el animal saltará, pero lo hará por el comando gestual que le habrá hecho José Luis. El niño creerá que ha sido por su orden, y la motivación hará que repita la palabra hasta que la pronuncie correctamente. "Tenemos chicos que nunca han dicho papá ni mamá, pero se conocen el nombre de todos mis perros". El vínculo que se crea entre el usuario y el perro se debe a que este "nunca juzga, lo único que quiere es que estés con él y le des cariño".

Las sesiones se dividen en dos partes. En la primera, se relaja a los usuarios, "cepillando a los perros, acariciándolos, con plantas aromáticas, espuma, confeti y perfumes", para propiciar "la estimulación sensorial que se necesita" y para "crear vínculo". En este momento es cuando cuentan los problemas que tienen "porque se los dicen al perro y él les da la confianza que no han sentido de nadie". Luego realizan las actividades con los perros. "Si estamos en un colegio, seguimos el plan escolar y hacemos juegos acordes a ello".

Trabajan el área física, "sobre todo de rehabilitaciones o de mantenimiento de personas que están encamadas o en sillas de ruedas", además del "área cognitiva, el área emocional y sociorrelacional". Para ello, los perros deben tener un buen control de estímulos y no reaccionar mal nunca.

José Luis hace hincapié en que estos animales "deben ser debidamente seleccionados, socializados y adiestrados para este fin, y para uno o dos colectivos". Sostiene que el perro no es terapéutico, por lo que no sirve de nada que una persona voluntaria acuda a un centro con su mascota, "incluso puede ser contraproducente". La terapia la conforman "las técnicas, metodologías, actividades y evaluaciones que se hacen para cumplir unos objetivos". Y dentro de ese conjunto, "los perros son un elemento motivador y reforzador".

Tienen cuatro perros de terapia, que viven con José Luis. Son Tara, Lola, Joe y Pirata. "Tienen el mismo adiestramiento base y hay algunos a los que les potenciamos un poco más su conducta". Cuenta que Pirata, al ser el más pequeño, no se cansa de saltar y correr. Se levantan a las siete de la mañana y en cada sesión -donde llevan arneses con el logotipo del equipo- llegan a obedecer 200 órdenes.

Para que no sufran estrés ni se cansen, suelen ir con dos o tres perros, para intercambiarlos y que sigan motivados. Descansan por las tardes y los fines de semana, cuando van a una finca o a la montaña. "No hay que olvidar que son perros y tienen que correr, olfatear, perseguir lagartos y divertirse".

Aunque no todos los perros pueden realizar este trabajo. "No depende de las razas, pero si entreno con Rottweiler muy pocas familias me dejarán a sus niños". José Luis selecciona los cachorros con siete semanas de vida, "a los dos meses y medio empieza la habituación" -acostumbrarlos a sillas de ruedas, ambulancias, goteros, muletas cayéndose o gritos, para que no se asusten- y, más adelante, el adiestramiento, que será específico para el colectivo con el que trabajará. En general, debe pasar un año y medio para que trabaje un perro de terapia, aunque depende del can. Siempre utilizan refuerzo positivo -premios de comida-, "no se hace nunca nada agresivo ni malo".

Falta una legislación

José Luis explica que estas terapias las realizan en EEUU "desde hace más de cuarenta años", donde hay una legislación para perros de asistencia y de terapia. En Europa también ha avanzado, pero depende de cada país. En España "hay legislación sobre perros de asistencia en algunas comunidades autónomas, pero no de terapia". Es necesaria para "concienciar sobre los beneficios" y también ayudaría a respetar el trabajo del perro, para que las personas no lo distraigan.

Asistencia y terapia

Los dos se entrenan dependiendo de las necesidades que se demanden. El de asistencia, se selecciona para un usuario específico y se entrena según sus circunstancias. Después de un acoplamiento con el usuario, se quedará con él hasta que se retire. El de terapia se selecciona y adiestra para intervenciones terapéuticas. La gran diferencia es que al acabar la sesión vuelven con el dueño o guía.