Los españoles consumen cada vez más ibuprofeno, incluso para problemas para los que ese fármaco no sirve, con consecuencias que no solo se miden en riesgo para su salud, sino en un potencial daño para el medio ambiente, porque afecta a los primeros peldaños de los ecosistemas marinos.

El Instituto de Estudios Ambientales y Recursos Naturales (i-UNAT) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria publica este mes en "Science of the total Environment" un estudio sobre la cantidad de medicamentos que pueden encontrarse en las aguas residuales de una depuradora de una población media, como la que atiende a Ingenio, Santa Lucía y Agüimes (130.000 habitantes). Los científicos del i-UNAT han comprobado, con mediciones quincenales durante seis meses, que cada litro de aguas residuales que llega a esa depuradora contiene un promedio de 59,2 microgramos de fármacos o metabolitos de fármacos, entre los que se incluyen más de una veintena de compuestos utilizados con frecuencia, como varios antibióticos, antidepresivos, antiinflamatorios, medicamentos contra el colesterol o protectores estomacales.

Si se tiene en cuenta que la depuradora del sureste de Gran Canaria procesa a diario 18.000 m3 de aguas residuales, un sencillo cálculo revela que una población de ese tamaño vierte cada día por el inodoro algo más de un kilo de medicamentos y residuos de medicamentos, diluidos en la orina de quienes los ingirieron.

Entre los compuestos estudiados, las mayores concentraciones en las aguas residuales que se reciben en la depuradora del sureste de Gran Canaria corresponden a la cafeína, que no es estrictamente un fármaco.