Las flores y las plantas ornamentales forman parte de un sector altamente rentable de la agricultura brasileña y constituyen la principal actividad de pequeñas ciudades como Holambra, que recibió su nombre por la semejanza visual y económica con Holanda.

Según la Cámara Sectorial de la Floricultura, el sector ha crecido entre un 5 % y un 8 % al año, con una participación en la economía que llegó a 6.100 millones de reales (unos 1.854 millones de dólares) en 2015 y perspectivas de aumento para el consolidado de 2016 y 2017, gracias al incremento del número de cooperativas.

De toda la producción de flores del país, cerca del 70 % está concentrada en el estado de Sao Paulo, el más poblado y rico del país, especialmente por causa de la tradición holandesa de la floricultura en ciudades como Holambra.

Con 13.000 habitantes y fundada por inmigrantes de los Países Bajos, Holambra mezcla lenguas como el neerlandés y el portugués en los cultivos de flores, que suponen la mitad de la producción nacional.

"Nuestra región es el mayor polo productor de flores de América. Se juntan los pequeños y grandes productores en cooperativas, lo que posibilita que tengamos una gran capacidad de producción y distribución", dijo Kees Schoenmaker, representante de Terra Viva, una de las mayores productoras de la región.

Colombia, segundo exportador mundial de flores, por ejemplo, no tiene un polo como el de Holambra, ciudad que surgió como distrito en 1948 en la región metropolitana de Campinas y ganó el estatus de municipio en 1991.

Actualmente Holambra cuenta con tres grandes centros productores, en los que trabajan unas cien familias de origen holandés y de inmigrantes japoneses, otra comunidad milenaria con tradición en el cultivo de flores.

Cultivadas en enormes invernaderos repletos de colores y texturas, las plantas pasan por una fase de laboratorio en las que son colocadas en estructuras sensibles hasta crear raíz y, en seguida, puestas en recipientes mayores hasta transformarse en mudas, que irán para los jarrones comunes.

El cuidado con las plantas es esmerado, con control de factores como la temperatura, la humedad, la cantidad de luz y la irrigación aún en el invernadero, antes de que las flores, después de varios meses, puedan ser llevadas al mercado.

Parte de la producción es vendida a través de las cooperativas, lo que permite a los pequeños productores tener la misma rentabilidad y conquista de clientes que el gran productor.

El gran ejemplo de la región es la Veiling Holambra, cooperativa con sede en la ciudad vecina de Santo Antonio de Posse.

En su bodega de doce hectáreas, la Veiling prepara millones de flores por día en más de 70.000 carritos, negociando su producción a través de ventas directas o subastas, según relató el presidente de la cooperativa, André Van Krussen, quien para su gestión utiliza el modelo de negocio holandés.

La rapidez en la entrega de pedidos y el tratamiento "vip" forman parte de ese estilo heredado del país europeo.

De acuerdo con Van Krussen, la expectativa es que la cooperativa mueva este año cerca de 700 millones de reales (unos 218,7 millones de dólares), gracias al crecimiento anual promedio del 12 %, un porcentaje considerable en un país que pasa por recesión económica.

"Apenas considerando el género Phalaenopsis, que es un tipo de orquídea, nosotros negociamos cerca de diez millones de unidades al año", lo que realza el potencial del sector, enfatizó.

La subasta de las flores, por ejemplo, es una de las maneras más comunes de la cooperativa llegar a sus clientes.

En esas subastas cerca de 3.000 especies son negociadas en un gran auditorio en el que los compradores hacen ofertas en un frenesí que recuerda a la compra y venta de acciones en una bolsa de valores.

Responsable por 35 % de las ventas de la cooperativa, la subasta pone a disposición los lotes para visita previa y observación presencial o a través de internet.

Aunque el consumidor individual no puede efectuar compras directamente en la subasta, es él quien al final determina lo que será vendido y cultivado con sus preferencias en el mercado.

Holambra promueve también el turismo con ExpoFlora, una exposición internacional de flores y plantas ornamentales abierta al público en septiembre.

Hoy, del total de flores producidas en Holambra, 98 % van para el mercado nacional, pero la idea de las cooperativas es atraer a los compradores extranjeros con su peculiar herencia de un estilo de producción y modelo de negocios heredados de Holanda.