Un estudio liderado por la Universidad de Granada ha revelado que el 96,8 por ciento de las plantas medicinales adquiridas en los supermercados, herbolarios y mercados tradicionales contienen metales pesados y minerales, aunque en concentraciones muy pequeñas que no son perjudiciales para la salud.

La investigación, en la que han participado también investigadores del servicio de Toxicología del Hospital Universitario del Parque Tecnológico de la Salud de Granada, de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, EEUU) y de la de Columbia (Nueva York), ha analizado 220 muestras de plantas como menta poleo, salvia, manzanilla, valeriana, cola de caballo, té rojo y té verde, entre otras.

En total, el estudio ha analizado 12 plantas y ha tenido en cuenta tanto marcas comerciales como marcas blancas de venta en supermercados bajo el formato de bolsa dispensable, así como muestras de herbolarios y mercados tradicionales, ha informado hoy la Universidad de Granada.

El objetivo de los científicos ha sido estudiar el contenido de metales y minerales que contenían las plantas para así determinar si podían presentar riesgos para los consumidores y, por tanto, para la salud humana.

Se trata del trabajo realizado hasta la fecha que ha analizado un mayor número de plantas medicinales, y también el que ha tenido en cuenta una mayor variedad de metales pesados y minerales.

Los metales pesados y minerales analizados en este trabajo fueron el arsénico, cadmio, cromo, cobre, hierro, mercurio, manganeso, plomo y zinc.

De las 220 muestras analizadas, solo el 4,6 % presentaba niveles de estos metales ligeramente por encima de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud: 0,3 miligramos por kilo (cadmio).

Según el autor principal del trabajo, el catedrático de Toxicología de la Universidad de Granada Fernando Gil Hernández, el estudio ha comprobado que estos niveles se superan solo en muestras de tomillo y manzanilla en el caso del cadmio, y en el té rojo y verde en el caso del manganeso.

"No obstante, hay que tener en cuenta que lo que consumimos no es la hoja de la planta directamente, sino una infusión de ésta, de la cual solo una mínima parte es absorbida por el intestino", agrega.

Por lo tanto, la ingesta real de metales es "mucho menor" que la hallada en la planta si se considera tanto el porcentaje de solubilización del metal en la infusión como el de absorción intestinal "evidenciando así la ausencia de riesgo".

A tenor de estos resultados, el catedrático sugiere que, aun cuando no se ha observado riesgo para el consumidor, las autoridades sanitarias deberían establecer mecanismos de control, "especialmente en aquellos metales acumulativos, como es el caso del cadmio".