La Audiencia Nacional (AN) rechaza indemnizar con 105.500 euros a los familiares de un preso muerto en la cárcel Tenerife II el 5 de abril de 2014 por abuso en el consumo de estupefacientes. El Ministerio de Interior había descartado en su momento cualquier tipo de responsabilidad por parte de la Administración, de manera que la madre del hijo menor del interno optó por acudir a los tribunales.

La denunciante alegó que existió una falta de control del centro penitenciario en lo que se refiere a la dispensación de medicación dados los graves antecedentes por consumo de droga del interno.

La Audiencia Nacional, sin embargo, acaba de sentenciar que el trato dispensado por los responsables de la prisión no acredita ningún tipo de "anormalidad de intensidad suficiente para permitir generar la responsabilidad patrimonial y su consiguiente obligación reparadora". La Sala estima que el número de cacheos y requisas operadas durante el tiempo en el que el recluso estuvo en prisión es "razonable".

Todo ello en cuanto mantiene un equilibrio entre garantizar la seguridad y control del centro y la intimidad y privacidad de los reos.

También se concluye que el interno fue objeto de la adecuada y correcta asistencia médica y que la entrega de la medicación del fin de semana en una sola vez no puede ser la causa de su fallecimiento, ya que estaba obligado a cumplir con el tratamiento farmacológico previsto.

Aquel día durante el recuento de primera hora de la mañana en el módulo 4, un funcionario vio que uno de los internos no respondía a sus llamadas y que se encontraba inmóvil en la cama. A continuación avisó urgentemente a los servicios médicos y al jefe de servicios, quienes al llegar se encontraron al paciente inconsciente, con ausencia de respiración, sin latido cardiaco y con frialdad.

Poco después se determinó el fallecimiento del preso, que tenía antecedentes de esquizofrenia y consumo de tranquilizantes, heroína, una o dos veces por semana y cocaína, diariamente.

De hecho, el interno había estado en el programa de metadona y en el registro de la celda se encontró papel de plata, que normalmente se usa para inhalar heroína, y varias pastillas. El análisis tóxico realizado un mes después determinó que se trató de una muerte violenta por el consumo y reacción adversa de psicofármacos, metadona y cannabis y que la causa inmediata fue un edema agudo de pulmón. El compañero de celda declaró en su momento que el día anterior habían tomado la medicación "y lo que pillamos por el patio. Se encontraba bien, pero con los efectos de lo que había tomado, estaba algo colocado". Dicho preso añadió: "Luego nos pusimos a dormir como cualquier noche".

"Siempre iba colocado y empastillado"

Otros internos manifestaron que el fallecido "siempre iba colocado y empastillado y aquel día estaba un poco más de lo normal". Los responsables del centro aseguraron que el reparto de medicación se llevó a cabo siguiendo la pauta habitual, de manera que al coincidir con un fin de semana se entregaba el viernes para que cada interno se la fuese administrando. También indicaron que regularmente la Guardia Civil realiza intervenciones de la unidad canina tanto en los aparcamientos de familiares como en el departamento de comunicaciones. Como resultado, durante el cuarto trimestre de 2013 se llevaron a cabo 23 placas radiológicas autorizadas por el Juzgado a los familiares y cuando los reos volvían de permiso, de las que seis resultaron positivas. A raíz de las mismas se intervinieron medio kilo de hachís, 11 gramos de heroína, 5,5 de marihuana y 6,23 de tranquilizantes. En el primer trimestre de 2014 los resultados fueron 623 gramos de hachís, 19 de heroína y 6 de cocaína. Los responsables de Tenerife II informaron de que en ese mismo período se llevaron a cabo 309 cacheos a internos, uno de ellos al fallecido y que también se realizaron tres inspecciones en su celda a principios de año.