Las denuncias por abusos sexuales a menores han aumentado un 15%, pero el 70% de los casos no son juzgados porque la única prueba es el testimonio del niño y es difícil que lo mantenga en procesos que duran una media de tres años, según un informe de Save the Children.

En su informe "Ojos que no quieren ver", la ONG señala que pocas situaciones de abusos sexuales llegan a denunciarse, a pesar de que el niño las padece un promedio de cuatro años y cuando se da el paso, el proceso les obliga a declarar en múltiples ocasiones, "lo que les provoca en ocasiones más sufrimiento que los abusos que han sufrido".

"Denunciar y llevar el caso a los tribunales no es una garantía de protección para el menor que ha sido víctima de abuso", lamentó el director general de la ONG, Andrés Conde, en la presentación del estudio, que analiza más de 200 resoluciones judiciales dictadas entre 2012 y 2016.

La investigación muestra que en esos años de instrucción los niños, cuyo testimonio son la única prueba en el 90% de los casos, tienen que repetir su declaración hasta cuatro veces y en la mayoría llegan a juicios a puerta abierta.

"Además del trauma que supone para el menor, declarar en estas condiciones suele llevar a que los testimonios no sean tenidos en cuenta y el caso sea sobreseído, lo que ocurre en siete de cada 10 procesos, provocando que el abusador pueda seguir en contacto con el niño", explicó.

La ONG aclaró que para que un testimonio sea válido no puede haber retractación, ni interés en mentir y debe haber alguna forma de corroborar la declaración, lo que es complicado de cumplir en el caso de los niños.

Para Save the Children, la extensión de ese abuso durante años demuestra que "aún no existen las herramientas necesarias para prevenir y detectarlo ni para que el niño o niña pueda denunciar" esas situaciones, que sufren entre un 10 y un 20% de la población en España. "No hay una acción inmediata ante la revelación de un niño", que se enfrenta a prejuicios como que se inventa las cosas, dejando indefenso al menor, "su palabra contra la de un adulto".

Los abusos sexuales son la manipulación de un adulto -en el 60% es conocido- que lleva a los niños a participar en actividades sexuales que no son capaces de comprender y en los que no suele haber agresión física y sobre las que el abusador impone el silencio de la víctima imponiéndole un sentimiento de culpa o con chantaje sobre daños a su familia.

"Es mucho más cercano y extendido de lo que la sociedad cree", remarcó el responsable de la ONG, quien recordó que "no ocurren en una capa social determinada, sino que afecta a todas las clases sociales y niveles culturales".

El perfil de la víctima, que siempre son menores con baja autoestima, en el caso de las niñas tiene entre 7 y 10 años y su abusador es del entorno familiar, y en los niños se produce entre los 11 y 12 años por parte de un adulto con autoridad, como profesor, entrenador o monitor.