Cada año se registran "menos de 10 ataques de tiburón y la mayoría de ellos son mordidas de prueba" mientras que el ser humano pesca más de 100 millones de ejemplares, lo que ha convertido a esta especie en "el grupo de vertebrados más amenazado en la Tierra", denuncia el ecólogo marino Pelayo Salinas.

Salinas, que trabaja en la Fundación Charles Darwin en la Islas Galápagos y es experto en escualos, lamenta que "nadie se queje ni le dé importancia a la muerte de tantos millones de tiburones al año, por culpa de la supuesta maldad y otros mitos que hemos pintado alrededor de estos peces cartilaginosos". La mayoría de ataques de tiburón "no son para comernos, sino para saber qué somos los humanos, pues la mordida es su forma de reconocer el entorno" y suelen producirse en zonas con residuos orgánicos o con actividades deportivas como el surf.

Este especialista recuerda que "hablamos de animales salvajes" y hay que "entender y respetar sus hábitats". "Cuando uno va a ver tigres en Sumatra, lo hace en jeep, con un guardia armado y a una distancia prudencial" y sin embargo "pretendemos ir a nadar, surfear o pescar a zonas donde se alimenta el gran tiburón blanco".

Salinas señala que los tiburones son "depredadores tope", ya que controlan a todas las especies que tienen por debajo en la cadena trófica y además "están especializados en alimentarse de animales viejos o enfermos, con lo cual mejoran la genética de las especies" y controlan su exceso. Así, en la costa este de los Estados Unidos "cuando extinguieron los tiburones en la zona, las rayas incrementaron su número y arrasaron las poblaciones de vieiras", lo que afectó negativamente no sólo al ecosistema marino sino a la actividad pesquera.