El papa advirtió ayer de que el mal ejercicio de la autoridad lleva a la corrupción, al tiempo que alertó a los católicos de la tentación de considerarse superiores a los demás "en perenne búsqueda de títulos de honor, autoridad o supremacía".

"Si la autoridad, ya sea civil o religiosa, no se ejercita bien, no deja crecer a las personas, se convierte en opresiva e impide crecer a la persona y crea un clima de desconfianza y corrupción", señaló el pontífice durante el Ángelus de este domingo. "A mí personalmente me llena de dolor que haya personas que vivan corriendo tras la vanidad de las distinciones honoríficas", manifestó a continuación. Asomado a la ventana del palacio apostólico, Francisco advirtió a los que lideran una posición de poder del "defecto" de exigir a los demás "cosas justas" que ellos mismos no ponen en práctica. "Llevan una doble vida", lamentó.

En cambio, para el papa, la "autoridad debería tomar precisamente su fuerza del buen ejemplo, que sirva para ayudar a los demás a practicar lo que es justo y debido, y apoyar a quienes se encuentran en el camino del bien".

En este sentido, durante su alocución reivindicó la "modestia" como una cualidad "esencial" para una existencia conforme las enseñanzas de Jesús, "que es gentil y humilde de corazón".

Finalmente, instó a los católicos a rechazar "el orgullo y la vanidad" y a "ser dóciles al amor que viene de Dios". El papa saludó de manera especial a varios grupos de peregrinos españoles, en particular los provenientes del "Centro Académico Romano Fundación" de Madrid, así como a varios fieles oriundos de Valencia, Murcia y Torrente que acudieron durante este domingo a escuchar la intervención de Francisco.