La violencia de género está lejos de desaparecer de los titulares de prensa y dejar de arruinar la vida de miles de familias. Este año ya se ha superado un nuevo récord, el número de menores víctimas de la forma más brutal del machismo, que ya suma ocho. Hay unanimidad a la hora de señalar la forma más eficaz de erradicar todas sus variantes -la educación-, pero no sus causas. ¿Los menores están reproduciendo actitudes que pensábamos erradicadas? ¿Hay más aceptación de conductas de control que se habían superado?

La psicóloga Ana Gil Prieto, de la Fundación Mujeres, participó ayer en el XIII Encuentro de la Red Canaria de Servicios y Centros de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia de Género. En su intervención, que llevó por título "Igualdad y prevención de la violencia de género en la adolescencia", contradijo la creencia generalizada de que los chicos adoptan conductas más machistas en la actualidad. En su opinión, no hay un aumento de esas actitudes, sino una mayor visibilización. "La violencia hacia la mujer ha cambiado en la forma, pero no en el fondo". Las nuevas tecnologías -como el ciberacoso, el sexting y el grooming- han transformado la forma de ejercer y sufrir parte de esas agresiones.

La experta explicó que la sociedad "patriarcal" en la que vivimos se caracteriza por lazos de "abuso emocional", es decir, ha existido tradicionalmente un modelo jerárquico que se ha repetido en todas las esferas de la vida. Este sistema de "dominio-sumisión" se da entre el profesor y el alumno, entre padres e hijos y entre jefes y subordinados.

A su juicio, entender estas formas de relacionarnos y de entender el poder es clave para atajar un problema que afecta y "es responsabilidad" de toda la sociedad.

Es fundamental, además, abordar los conceptos de masculinidad que predominan entre la juventud. Muchos chicos -el 23,58%, según una encuesta de hace algunos años presentada en el encuentro- considera que los varones que parecen más agresivos son más atractivos. Una forma de ir tirando abajo estos estereotipos pasa por la sensibilización a través de los medios de comunicación y de las redes sociales, que son

Gil Prieto recordó algunos mitos que todavía se resisten a desaparecer, como que la violencia de género tiene más incidencia en clases sociales más desfavorecidas o que es ejercida en mayor medida por extranjeros. "Tenemos que tener claro ya que no depende del índice socioeconómico ni de la nacionalidad, está más que demostrado", subrayó.

Como punto positivo destacó que hoy se registra una mayor conciencia sobre este problema: hay más chicas que reconocen que han sufrido actitudes violentas por parte de sus parejas o exparejas. "Para erradicar un problema el primer paso es reconocer que existe".

Un paso importante que se ha dado en los últimos años es la formación de policías locales o la celebración de encuentros como el que ayer y hoy tienen lugar en Tenerife, que "permiten compartir buenas prácticas" y avanzar.

El Encuentro de la Red Canaria de Servicios y Centros de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia de Género, financiado por el Ministerio de Sanidad y que se inauguró ayer y se prolongará hasta hoy, aborda el tratamiento jurídico de la violencia de género en las redes sociales y las pautas en el tratamiento para profesionales que intervienen con las víctimas "digitales". Además, el programa incluye técnicas para el fomento de la igualdad y la prevención en la adolescencia.

La directora del Instituto Canario de Igualdad (ICI), Claudina Morales, se encargó ayer de inaugurar la jornada, que se celebra en el Hotel Escuela, de Santa Cruz de Tenerife. Morales habló en su intervención de la importancia de dar formación especalizada y de favorecer el intercambio de experiencias en materia de violencia de género para mejorar los servicios. Además, volvió a destacar la persistencia de la violencia de género entre adolescentes, una cuestión "muy preocupante que requiere de actuaciones específicas".

Recordó que el Instituto Canario de Igualdad ha elaborado un marco de actuación para la prevención temprana de la violencia de género con el que se trata de conseguir sinergias entre Gobierno, administraciones locales y sociedad civil.