Aunque pueda parecer desproporcionado, el mundo poco a poco se está quedando sin antibióticos. Es algo de lo que ha alertado en varias ocasiones la Organización Mundial de la Salud (OMS), al afirmar que en 2050 se sucederán 10 millones de muertes al año a nivel mundial debido a las resistencias a los antibióticos.

En esta línea, la OMS ha difundido una lista con los doce patógenos con mayor resistencia en el planeta, clasificados en tres grupos según su prioridad: crítica, alta y media. Según explica la organización, "en el grupo de prioridad crítica hay bacterias multirresistentes que son especialmente peligrosas en hospitales, residencias de ancianos y entre los pacientes que necesitan ser atendidos con dispositivos como ventiladores y catéteres intravenosos". Entre tales bacterias se incluyen las Acinetobacter, Pseudomonas y varias enterobacteriáceas como Klebsiella, Escherichia coli, Serratia y Proteus.

Según datos del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) en su Atlas de Supervivencia de las Enfermedades Infecciosas, en España las bacterias más resistentes a algunos antibióticos son la Acinetobacteria, la Escherichia coli, el Enterococos faecium y varios tipos de estreptococos. En todos ellos, nuestro país se encuentra entre los diez con más resistencia de la Unión Europea.

En general, todas las bacterias de la lista de la OMS, sin atender a su prioridad, suelen provocar un abanico de infecciones "amplísimo" y, básicamente, "son todas las que pueden afectar al ser humano", según aseguró Diego García Martínez de Artola, farmacéutico especialista del área de Microbiología Clínica del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria. Las patologías que pueden generar van desde una infección de orina a una infección intrabdominal. Aunque cuando se trata de las de prioridad crítica, y según la OMS, pueden llegar a "provocar infecciones graves y a menudo letales, como infecciones de la corriente sanguínea y neumonías".

La gran pregunta es: ¿cómo ha llegado el mundo a esta situación? García Martínez de Artola lo califica de "una combinación de muchas cosas". Aunque afirma que toda la sociedad es culpable de ello, pone el foco en dos situaciones que han estado ocurriendo. Por un lado, el uso no racional de antibióticos y, por otro, la desidia de las farmacéuticas a la hora de investigar nuevos fármacos de este tipo.

Y es que estos medicamentos ya no son "rentables" para los laboratorios farmacéuticos. La cosa está en las preferencias, ya que prefieren preparar moléculas distintas a los antibióticos y que no generen resistencia, como por ejemplo los tratamientos para pacientes hematológicos u oncológicos. Esto es debido a que los antibióticos "empiezan a generar resistencias desde que se empiezan a usar", según afirmó García Martínez. Por tanto, "llega un momento en el que se tiene que dejar de comercializar, lo que es negativo para el laboratorio". Para paliar este problema, se está investigando otro tipo de terapias, como la fagoterapia, que consiste en "utilizar virus diseñados para atacar bacterias resistentes".

No obstante, uno de los problemas principales es el uso indiscriminado de antibióticos en la sociedad. En España, el consumo de antibióticos en atención primaria supera el 51,4%, situándose en 33,16 dosis diarias por cada 1.000 habitantes según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), y es así el segundo país europeo con más consumo de este tipo. Además, son muchos los pacientes que se automedican. La concienciación y la información, celebrando jornadas como el Día Europeo del Uso Prudente de Antibióticos, el pasado sábado 18 de noviembre, es la línea de actuación prioritaria de los profesionales.

A nivel europeo se publica cada dos años una encuesta destinada a saber los conocimientos sobre estos aspectos que tiene la población general. En la última, "los datos de España eran terribles", lamentó García. "Debemos trabajar en ello, porque si una persona sabe que si tiene un virus no necesita un antibiótico, no va a ir a una consulta reclamando ese tratamiento", insistió.

En esta línea, los profesionales también han dado pasos adelante para racionalizar su uso. "Ya no hay prácticamente farmacias que vendan antibióticos sin receta, en el ámbito hospitalario se están llevando a cabo programas de optimización del uso de antimicrobianos y también se están tomando medidas en la agricultura y la veterinaria para disminuir el uso de estos tratamientos", explicó el microbiólogo.

Lo que ya se considera un problema a nivel mundial es altamente perjudicial para los pacientes, pues esta situación puede dejar como único remedio a las infecciones provocadas por estas bacterias al sistema inmune del paciente. Y teniendo en cuenta que la población cada vez está más envejecida y que hay más pacientes trasplantados, las estimaciones de la OMS quizás no sean tan desproporcionadas.