El virus de inmunodeficiencia humana (HIV) se propaga sin control, especialmente entre los jóvenes homosexuales, en Filipinas, donde los nuevos contagios crecen a un ritmo del 140 % anual sin que las autoridades y organizaciones acierten a atajar el problema.

"Es la epidemia más preocupante en la región de Asia y el Pacífico, y de momento no vemos una respuesta suficiente para solucionarla", declaró Eamonn Murphy, director regional de ONUSIDA, el organismo de las Naciones Unidas encargado de la lucha contra esta enfermedad.

Unos 10.500 filipinos fueron diagnosticados con el VIH el año pasado, una cifra que contrasta con los solo 147 nuevos casos registrados en 2001.

En lo que va de siglo la tasa de propagación se ha multiplicado por 37 y el número total de infectados ronda ya los 56.000, casi todos en los últimos seis años en los que los contagios han crecido a una alarmante tasa anual del 143 %, según los datos del Departamento de Salud del Gobierno.

El 93 % de nuevos casos en 2016 corresponden a hombres que han mantenido sexo con otros hombres o con personas transgénero, según el informe sobre la prevalencia de esta enfermedad que hoy ha sido objeto de debate en el país con motivo del Día Mundial del Sida.

El Día Mundial del Sida se centra este año en el impacto del virus de inmunodeficiencia humana, que afecta a 36,7 millones de personas en todo el mundo, y el acceso al tratamiento por parte de hombres y niños.

Mientras los contagios del VIH remiten en otros países gracias a los programas de prevención y tratamiento, la tendencia inversa en Filipinas responde en parte, según el director de Asia-Pacífico de ONUSIDA, a la incapacidad de las autoridades a la hora de aplicar una solución a medida.

"Aunque la epidemia afecta a hombres jóvenes, las respuestas han sido muy generalizadas, dirigidas a todo tipo de población. Es fundamental reorientar los servicios de prevención y tratamiento particularmente a los jóvenes que tienen sexo con otros hombres", afirmó.

Otros problemas del país para atajar el VIH en el país asiático son, según ONUSIDA, la criminalización de la prostitución y el relativamente difícil acceso a preservativos, no solo por su precio relativamente caro para un país con altas tasas de pobreza sino también por la falta de privacidad para el comprador.

"Para comprar condones tengo que salir del barrio, ya que aquí me conoce todo el mundo y no puedo pedirlos en el mostrador de la farmacia o la tienda", confiesa el joven de 23 años P. D. H., residente en Manila, donde a diferencia de otras capitales asiáticas no hay máquinas expendedoras de profilácticos.

El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, emitió a principios de este año una orden ejecutiva para promover la educación sexual y la distribución de preservativos en los colegios, pero no se ha llevado plenamente a la práctica por la oposición de los influyentes obispos filipinos y algunos políticos conservadores.

Por otra parte, está pendiente de aprobación la Ley de Políticas de VIH y Sida de Filipinas, que llama a establecer un plan de choque para atajar la propagación del virus y proteger los derechos de las personas portadoras de esta enfermedad que mata a más de un millón de personas cada año en todo el mundo.

El Día Mundial del Sida llega en Filipinas días después de desatarse una fuerte polémica a raíz de una redada de la agencia antidroga (PDEA) en la que fueron arrestados 11 hombres por presuntamente consumir estupefacientes ilegales en un domicilio particular mientras celebraban una orgía.

La PDEA anunció que uno de ellos era portador del VIH, lo que ha generado esta semana fuertes protestas de organizaciones locales de defensa de los derechos humanos, así como de internautas en las redes sociales.

"La estigmatización y discriminación de la sociedad filipinas contra los hombres que tienen sexo con otros hombres y los portadores del VIH es preocupante. Es necesario abordar también este problema", aseguró el director regional de ONUSIDA.