El camello de Baltasar dijo que no. Que no es no. Que él no se movía del interior del cuartel del Cristo, de donde partió ayer la cabalgata de Reyes de La Laguna. Eran ya las siete de la tarde, habían pasado unos 30 minutos del horario previsto para el comienzo, la cabecera estaba parada a la espera del animal, y la organización, sin saber ya bien cómo "convencerlo", hizo una última intentona. Baltasar casi que se va al suelo. Así que la solución fue que Sus Majestades recorriesen las calles caminando y que los camellos... se fuesen directamente a repartir los regalos.

Había ocurrido algo parecido en la edición anterior, pero en mitad del trayecto. En este otro caso fue al inicio y el público se desesperaba, con un frío "lagunero". Pero aparecieron entonces los Magos de Oriente y comenzó el espectáculo. La espera había valido la pena; la de los niños, por ver a los Reyes, y la de los padres, por ver a los niños. Todo envuelto por el sonido de una batucada disfrazada de aves, muñecos con reminiscencias de África -la temática del desfile-, un dragón, una palmera con luces de colores, camellos de peluche (los únicos, por tanto), buzones humanos, las cortes reales... Y opiniones para todos los gustos.

La cabalgata -a la que asistieron unas 200.000 personas, según los cálculos municipales- fue, en realidad, parte de un acto mayor que empezó desde las 12:00. Sus Majestades entraron a esa hora en una ciudad que tuvo "citas" regias no solo en el casco, sino también en otros núcleos. Es el caso del auto de Tejina, que volvió a abarrotar la plaza antes de que ya en la madrugada llegaran los Reyes Magos, y Baltasar ...