El cuento que Javier Caraballero había escrito para recibir a los Reyes Magos podía tener dos finales y, al menos el de ayer, fue feliz. Ni el viento, ni el frío, ni el malvado Kromer, rey del Planeta Carbón, con capa negra y pequeños cuernos, pudieron frenar la magia que arrastran Sus Majestades de Oriente, por más que alguien quiera inventar personajes para suplantarlos.

Ayudados por las 18.000 almas que ayer llenaron el Estadio Heliodoro Rodríguez López -ya quisiera el Tete una afición así cada partido-, los habitantes del Planeta Fantasía que, sin saberlo, habían aterrizado en la Tierra, supieron deshacerse del malvado que pretendía impedir que Melchor, Gaspar y Baltasar recibieran de manos del alcalde de Santa Cruz la llave mágica de todas las casas para depositar en ellas los regalos solicitados.

Con un césped repleto de bailarines y figurantes, el cuento al que Caraballero puso el título de "Un día muy espacial" fue transcurriendo con interacciones con el público, animado, sobre todo, cuando se mencionaba a los Reyes.

Tras el conjuro mágico de rigor, la llave mágica apareció de la mano de la familia Dino, en un guiño de la organización hacia uno de los patrocinadores. O así al menos lo entendieron muchos de los que allí estaban.

Entre unos y otros lograron rodear finalmente en el centro del campo al rey del Planeta Carbón, al que echaron a globazos. Los Reyes Magos ya no corrían peligro. De ahí en adelante, un frenesí constante.

Primero una ola para calentar voces y piernas, y luego una pasada del helicóptero militar. Solo su sonido pone los pelos de punta. Sin perder el ritmo, otra ola más y de nuevo el helicóptero.

¿Qué faltaba? Claro, los Reyes. Llegaron, como marca la tradición, en camello, de verdad. Su comitiva, por contra, lo hizo en flamantes Mercedes Benz, de otra de las empresas colaboradoras. "En esto incluso de nota que la crisis la vamos dejando detrás", se le escuchó a alguno.

Con la llave mágica ya en la mano, a Melchor, Gaspar y Baltasar solo les quedaba recoger las cartas de los más pequeños. Muchas, miles. Tantas como sonrisas, ilusión, nervios, lágrimas... Los Reyes Magos.

Finalizada la fiesta del estadio, tocaba cabalgata. Con pinceladas de Carnaval, tal vez por la cercanía de la fiesta de la máscara -empieza el próximo viernes 12-, la comitiva partió de la avenida Bélgica y siguió el recorrido marcado hasta la plaza de la Candelaria entre miles de personas. En algunos tramos, como la plaza del Príncipe, resultaba casi imposible cruzar de una acera a la otra.

A esa hora, pasadas las ocho, muchos pequeños, cansados y a hombros de sus padres, pensaban más ya en lo que les esperaba el día siguiente. ¿Te trajeron todo lo que pediste?