Un consorcio europeo integrado por cerca de un centenar de científicos trabaja en la aplicación de nanopartículas para conservar edificios históricos tras diseñar diferentes soluciones adaptadas a cada tipo de piedra, al clima que soportan y a los problemas que les afectan.

El uso de este tipo de partículas, que se han probado en catedrales de cinco países europeos y en el edificio de la Ópera de Oslo, construido en mármol, persigue reforzar de forma más eficaz su estructura de piedra, ya que pueden penetrar en las grietas más minúsculas y evitar así el deterioro interior de cada bloque.

Andrea Lazzeri, coordinador del proyecto Nano-Cathedral, explica a Efe las ventajas de este proyecto innovador, que arrancó en 2015 en colaboración con la Comisión Europea y se encuentra ahora en la fase de evaluación de los diferentes productos aplicados en las catedrales de Pisa, Viena, Colonia, Gante y en la catedral de Santa María de Vitoria, el único edificio de España que participa en esta iniciativa.

"La idea era aplicar esta nueva tecnología para restaurar los sillares de los edificios, fortaleciéndolos desde dentro", expone el científico, de tal forma que los huecos "vuelvan a juntarse y se consoliden" y así conservar la piedra original, ya que muchas veces "los poros y las grietas son tan pequeños que los productos tradicionales no logran penetrar en ellos".

"El tamaño de las nanopartículas es mucho menor y pueden meterse mejor en estos huecos", agrega.