Cumplir años otorga el tradicional privilegio de soplar velas para pedir un deseo en fiestas llenas de regalos, eventos a los que dan la vuelta fundaciones o proyectos personales que permiten al cumpleañero convertir el detalle de sus invitados en carros de comida, becas educativas o servicios médicos.

"Vas a cumplir cuarenta, espero que estés preparando algo grande". Así empezó la historia de Abel Barranco, un granadino que tomó el comentario de un amigo como un reto y se propuso celebrar sus cuatro décadas de vida con una fiesta virtual de 5.000 invitados y un mes de duración.

Pensó que los cuarenta era un buena cifra para sustituir las cañas con los amigos, la tarta familiar y el cumpleaños tradicional por uno con tintes solidarios, aunque reconoce que se le fue de las manos.

"Al principio pensé hacerlo en plan familiar, buscar una causa y pedir a los míos que en vez de regalarme cosas metieran el dinero en un sobre y darle un fin solidario", ha explicado Barranco, que fue haciendo crecer su historia, añadió una página web, diseñó tazas y contactó con la ONG "Calor y Café" para crear su mejor fiesta.

"Espero tu regalo". Así de directo se pronunció en su invitación de cumpleaños, a la que sumó una lista de deseos formada por productos para desayunos y meriendas, ropa de invierno y sacos de dormir, lo más demandado por una ONG que ofrece comida, aseo y atención a una media diaria de 120 personas sin hogar.

Barranco pidió llenar cuarenta carros de productos, uno por cada vela, y su propuesta se convirtió en un sopló de vida para "Calor y Café".

Además de llenar el almacén de esta ONG, el cumpleañero ha vendido casi 200 tazas con el lema de la fiesta, productos enviados a Canarias, Barcelona o Ceuta que han comprado algunos de sus invitados, otros cerca de 2.000 euros que servirán para dar mucho calor y café a gente sin hogar.

La historia de Abel, su proyecto personal, se enmarca en una nueva tendencia que apuesta por celebrar con solidaridad la suerte de cumplir años, de casarse o de alcanzar un aniversario que fundaciones y entidades convierten en atención sanitaria, orfanatos y educación para los que tienen poco que festejar.

Soplar velas permite impulsar proyectos como los de la Fundación Pablo Horstmann, que desde hace diez años permite que los que no saben ni cuándo celebrar algo tengan acceso a servicios médicos, alimentación y educación.

Esta fundación con sede en Madrid ha puesto en marcha un hospital pediátrico en Lamu (Kenia), doce escuelas de preescolar en Turkana, también en Kenia, una clínica pediátrica y un orfanato con guardería para 63 niños en Meki (Etiopía) y una unidad de renutrición que atiende a más de 600 niños africanos.

Y para mantenerlos, montan fiestas de cumpleaños en las que se cambian los regalos de siempre por suplementos de leche para los niños durante un mes -60 euros-, una consulta en la clínica -5 euros- o el salario de un enfermo al día -10 euros-.

"Surgió por una voluntaria con los niños del cole de sus hijos y se ha ido extendiendo", ha explicado Montse Artero, una de las voluntarias de este proyecto que diseña las invitaciones para bodas, cumpleaños o comuniones y se encarga de regalar nuevas experiencias y satisfacciones a quienes apuestan por una celebración solidaria.

La fundación se adapta a bodas, comuniones o aniversarios y envía un listado de los participantes en esta emocional lista de regalos y el importe recaudado, íntegro para los proyectos, al organizador.

Hasta redes sociales como Facebook permiten a cualquier usuario montar un evento solidario, una herramienta para elegir causa, comunicar los objetivos y expandir el espíritu solidario.

La misma filosofía ofrecen fundaciones como Aladina, que facilita aprovechar cualquier celebración especial para ayudar a niños que combaten el cáncer, o la Fundación Vicente Ferrer, que sustituye los detalles de boda o los recordatorios de bautizos por ayuda a sus proyectos, propuesta para cumplir, pero con otros, y para lograr que cada regalo marque vidas.