Algunas hormigas son capaces de producir antibióticos para luchar contra las enfermedades, lo que, según un estudio de la Universidad de Carolina del Norte, podría desvelar soluciones bacterianas que se aplicarían a los seres humanos.

Los científicos testaron las propiedades antimicrobianas asociadas a 20 especies de hormigas y, para ello, disolvieron todas las sustancias localizadas en la superficie del cuerpo de estos insectos hasta lograr una solución que fue introducida en un compuesto acuoso bacteriano.

El crecimiento de la bacteria en el componente acuoso fue comparado con el incremento de la misma en una muestra de control.

Si la bacteria crecía menos en la probeta con los componentes de la hormiga, eso quería decir que un agente antimicrobiano estaba presente y actuando.

"Una de las especies que hemos observado es la hormiga ladrona (Solenopsis molesta), que posee el más poderoso antibiótico que hayamos testado, aunque, hasta ahora, no se había demostrado que hiciera uso de un agente antimicrobiano", señaló Adrian Smith, coautor del proyecto y profesor de la citada universidad estadounidense.

En el caso del componente que contenía sustancia de la hormiga ladrona, la bacteria no aumentó de tamaño.

"Este descubrimiento explica que las hormigas pueden ser una fuente futura de nuevos antibióticos para ayudar a solucionar las enfermedades humanas", explicó Clint Penick, profesor asistente de la universidad de Arizona y líder de la investigación.

Los científicos advierten de que este estudio es solo un primer acercamiento y de que tiene limitaciones, ya que, por ejemplo, solo se ha utilizado un agente bacteriano en las pruebas, por lo que no está claro cómo se comportaría el antibiótico ante el ataque de otras bacterias.

"Por ejemplo, la hormiga ladrona está relacionada con la hormiga roja de fuego (Solenopsis invicta), la cual es conocida por las propiedades antimicrobianas de su veneno; sin embargo, en nuestro estudio nos hemos dado cuenta de que la ladrona es más efectiva contra las bacterias, por lo que seguro que hay especies por ahí que merecen ser estudiadas", añadió Smith.

Los próximos pasos incluirán pruebas de hormigas contra otras bacterias, determinando qué sustancias producen los efectos antibióticos y cómo estos insectos los segregan o de dónde los obtienen.

"Hay que explorar qué estrategias alternativas utilizan las hormigas para defenderse contra los patógenos bacteriológicos", finalizó Smith.