Aena reforzará el control de la población felina de los aeropuertos que gestiona mediante su recogida, atención, esterilización y reubicación en centros, en coordinación con las administraciones competentes y la colaboración de asociaciones protectoras de animales.

Así se recoge en la respuesta del Gobierno a una pregunta formulada por el diputado de Compromís Carles Mulet sobre la prohibición de alimentar a los gatos abandonados que viven en el entorno del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, implícita en la modificación de la Normativa de Seguridad en Plataforma.

La esterilización y reubicación de estos animales reforzará, según el Ejecutivo, las actuaciones que ya se están realizando en virtud de dicha normativa y que "responden a la preocupación de Aena por el bienestar de la fauna existente en sus instalaciones".

El pasado 9 de enero, el diputado Mulet preguntó al Gobierno si tenía previsto flexibilizar la prohibición de alimentar a los gatos del aeropuerto madrileño después de que el sindicato de funcionarios CSIF la calificase de "maltrato animal".

Este sindicato rechazó asimismo la "amenaza" del gestor aeroportuario de expedientar al personal que incumpliera dicha prohibición, aunque reconoció el problema que supone para el aeródromo madrileño la amplia colonia de animales abandonados, en su mayoría gatos.

El Gobierno recuerda en su respuesta que tanto la reglamentación europea como la internacional consideran a la fauna de los aeropuertos uno de los mayores riesgos para la aviación y requieren por ello que éstos dispongan de los procedimientos adecuados para gestionarla.

De hecho, la Organización de Aviación Internacional (OACI) identificó de forma explícita el peligro de facilitar comida a la fauna y la necesidad de que en los aeropuertos no exista ninguna fuente de alimento a su alcance, y como muestra de este riesgo identificó más de 97.000 incidencias en el periodo 2008-2015.

Por ello, explica el Ejecutivo, las normas de seguridad en plataforma elaboradas por Aena establecen la prohibición de alimentar sin ningún tipo de control a animales en la zona de movimiento de aeronaves por parte de los usuarios del aeropuerto.

Argumenta que esta normativa supone una gestión "más respetuosa con los animales", ya que evita que personal no especializado interfiera en la labor de los expertos de control de fauna, que son los que tienen que velar por su bienestar de manera adecuada.