Reino Unido introdujo ayer un nuevo impuesto sobre el azúcar a los fabricantes de refrescos para tratar de reducir su uso, siguiendo a países como Francia, Noruega o México.

La tasa se impondrá sobre aquellas bebidas con más de 8 gramos de azúcar por cada 100 mililitros y ascenderá a 27 céntimos de euro por cada litro, mientras que las que contengan entre 5 y 8 gramos deberán pagar 0,20 euros por litro.

Con esta medida, el Reino Unido pretende que los fabricantes -que podrán elegir libremente si trasladar el impuesto al consumidor final o abonarlo ellos mismos- reduzcan sus niveles de azúcar en las bebidas.

Originalmente, el Ejecutivo británico calculó que la medida recaudaría más de 572 millones de euros al año, pronóstico que después redujeron a 274 millones de euros porque muchas marcas decidieron reducir su contenido de azúcar para evitar la carga impositiva.