Patricia Ramírez y Ángel Cruz admitieron ayer que el hecho de que su hijo de ocho años Gabriel muriese "entre una y dos horas" después de que fuera raptado presuntamente por Ana Julia Quezada el 27 de febrero en Las Hortichuelas, en Níjar (Almería), tal y como revela el último informe de autopsia, hace "más reconfortante su pérdida, porque no hubo tiempo de que sufriese".

"Solventa muchas de las dudas que nos atormentaban en los momentos de miedo, de terror que vivimos durante los 13 días de búsqueda y nos hizo pensar que se fue tan feliz como había sido hasta ese momento", aseguró Patricia entre lágrimas, ya que, tal y como confesó, afrontar estos hechos "nos cuesta sin que se nos encoja cada pelo y cada poro de nuestra piel".

El último informe de la autopsia revela que el pequeño murió poco después de su secuestro

En una comparecencia ante los medios de comunicación, y acompañados de su letrado Paco Torres y del psicólogo que les está guiando en el tránsito del duelo por su hijo, Patricia y Ángel, con la voz rota, expresaron su "confianza" en la justicia para que la presunta asesina de su hijo "no pueda volver a hacer daño a nadie".

La madre del niño reconoció que, "de alguna manera sí sospechaba" de la entonces pareja sentimental de Ángel Cruz, si bien él se pronunció en sentido contrario. "Yo no sospechaba en absoluto. Dormía con ella, me consolaba a mí cada noche, yo no sospechaba. Al daño por la pérdida de Gabriel se añade el daño por tenerla a nuestro lado y, encima de todo, intentar consolarla", dijo el padre.

Los padres del pequeño también pidieron que no se recojan firmas a favor de la prisión permanente revisable en el entorno del monumento dedicado a su hijo en Almería. "No tenemos una opinión formada", admitieron.