No todo se resume al desarrollo de actividades. Las personas sordociegas necesitan de un "empujón" mayor para ganar en autoestima, autoconocimiento y también en grado de responsabilidad. Ser animadas, al fin y al cabo, a ser personas activas al menos en su entorno natural. Para lograrlo ha sido clave la formación, a través de esta asociación galardonada por Cepsa, de guías-intérpretes para poder no solo acceder a programas de aprendizaje sino para cuestiones tan básicas en la vida cotidiana como ir al médico, a un hospital, a la consulta de un abogado... En el fondo es un colectivo que aspira a lo que toda persona seguramente desea por encima de cualquier otra cosa: ser independiente y con poder de decisión.