Japón cazó más de 50 ballenas minke este año en el área marina protegida del Mar de Ross, en la Antártida, según denunció hoy el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) que exigió una solución al vacío legal que lo permite.

"Se supone que el Mar de Ross tiene una protección especial contra las actividades humanas para salvaguardar la vida salvaje de la Antártida. Quienes celebraron la creación de este santuario oceánico se horrorizarán por la matanza de ballenas dentro de ella", dijo Chris Johnson, del programa antártico de WWF en un comunicado.

La denuncia de las capturas en el Mar de Ross, una de las mayores áreas protegidas del mundo con unos 1,55 millones de kilómetros cuadrados creada en 2006, se presentará hoy en la apertura de la reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) en Brasil, según WWF.

En la reunión, Japón prevé solicitar la reanudación de la caza comercial de ciertas especies, entre ellas la ballena minke, de la que se estima que hay un número relativamente abundante.

WWF indicó que pese a las restricciones en el Mar de Ross, Japón ha realizado una "caza científica de ballenas" aprovechándose de los vacíos legales, por lo que exigió a la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) que busque poner fin a esta práctica.

"Solo la CBI puede cerrar el vacío legal que permite que las ballenas sean cazadas en las áreas protegidas. La CCRVMA necesita dar un paso adelante y trabajar junto a la CBI para asegurarse de que eso pase", enfatizó Johnson.

La CCRVMA no puede controlar la caza de ballenas en la región y en su lugar, los países miembros de la CBI pueden otorgarse permisos especiales para la captura de cetáceos.

En el caso de Japón, este permiso NewRep-A le permite cazar 333 minke cada año en el océano antártico hasta 2027.

La CBI establece el apoyo mínimo de tres cuartas partes de sus 88 miembros para fijar cuotas de captura o zonas "santuario" en las que esté prohibido cazar ballenas, pero Tokio quiere proponer rebajarlo a mayoría simple.

Japón firmó la moratoria total de captura de ballenas con fines comerciales establecida en 1986 para tratar de conservar la especie y ese mismo año emprendió programas de capturas científicas, que defiende que buscan contribuir a la gestión de los recursos marinos.

El país mantiene dos programas de este tipo, uno en el Pacífico Norte, en la costa septentrional del archipiélago, y otro en la Antártida, que fue considerado ilegal por la Corte Internacional de Justicia en marzo de 2014 por no ajustarse a "fines científicos".